La ciudad de
Sevilla perderá uno de sus
cines históricos, el Cervantes. En las próximas semanas se procederá al
desmontaje de las instalaciones de imagen y sonido aprovechables y el
futuro de este edificio, declarado
BIC por su interés histórico, artístico, etnográfico y social,
quedará en el aire: poner de
acuerdo unánime a sus
21 propietarios es “improbable, por no decir imposible”.
Las
salas de cine cerraron con el primer
estado de alarma y el
único que
no había retomado su actividad era el Cervantes, enclavado en pleno casco histórico, con dificultades de acceso, una decreciente población y que había sobrevivido aun con pérdidas luchando contra los cambios de hábitos del espectador que optaba por las salas multimedia. A pesar de eso,
la familia Hernández García, propietaria del edificio y accionista de Unión Cine Ciudad (UCC), explotadora del contenido audiovisual del cine,
mantenía su uso en homenaje a Segismundo Hernández Sánchez, el patriarca, y a los orígenes de la empresa.
Los
cambios de accionistas en UCC, la pandemia y la declaración del edificio como BIC, le han dado la
puntilla al cine más antiguo de Sevilla, según explica Faustino Sánchez, de Unión Cine Ciudad. En
2018 parte de la
familia original propietaria
salió del capital de UCC y entraron
nuevos accionistas sin vinculación directa con el fundador, que buscaban rentabilidad o “al menos” una reducción de las “importantes
pérdidas anuales”, algo que tras el Covid resulta
inviable: la pérdidas del Cervantes se incrementarían “porcentualmente” y el resto de cines “no generan beneficios que puedan compensar” este déficit.
Paradójicamente,
una de las causas principales ha sido la
declaración de Bien de Interés Cultural del edificio que alberga el cine, que “
encorseta y encarece operativamente aún más la gestión del cine”, y, por tanto, sus “futuras pérdidas”. Y tanto la empresa como la familia
han buscado apoyos en las dos administraciones implicadas, la local, que fue la que promovió la declaración como BIC, y la autonómica. “Tras año y medio de propuestas y gestiones, fundamentalmente dirigidas al Ayuntamiento, hemos constatado la
total falta de interés y de intenciones por parte de ambas instituciones de apoyar la continuidad del Cervantes”, lamenta Sánchez.
Según apunta, ante la grave situación que pasaba el Cervantes solicitaron ayuda a la administración pública, en especial al
Ayuntamiento, con quien celebraron
una reunión, la única, en julio del año pasado
“enormemente ilusionante y muy esperanzadora”, ya que se encontraron “una administración sinceramente colaboradora y motivada”. Lejos de la realidad, el Ayuntamiento ha demostrado su “
pasividad, ausencia de propuestas o el más mínimo interés o iniciativa” para garantizar la reapertura y continuidad, a lo que suman el “
rechazo continuado de las diversas alternativas que se proponían”.
Esta “indiferencia” les hizo dirigirse a la
Junta de Andalucía, quien a su vez
derivaba la competencia hacia el Ayuntamiento, aunque nunca han sabido de las
ayudas que, como BIC, podría acogerse el Cine Cervantes. “Nos indicó que
nos avisarían si pudiéramos acogernos a algún programa”, relata.
Los responsables del Cine Cervantes han realizado “periódicamente el
mantenimiento interior del edificio, revisando y poniendo a punto la maquinaria y sistemas para el caso de que el cine pudiera reabrise”, pero
las pérdidas, la pandemia y la desidia de la administración ante el futuro de esta histórica sala
han hundido cualquier perspectiva de retomar la actividad.
El Cine Cervantes cerrará en un par de semanas si no se encuentra una
alternativa que garantice su viabilidad futura. El cierre de la sala deja
en el aire el futuro del propio edificio, declarado BIC en 2019 y donde ya
Adepa y muchas voces de la ciudad habían alertado de la posibilidad de que, como tantos otros bienes históricos, pudiera convertirse en un
hotel o en apartamentos turísticos.
Faustino Sánchez recuerda que él sólo representa a UCC aunque da una de las
claves del futuro del edificio.
“La reapertura del edificio, una vez cerrado, será totalmente inviable. Poner unánimemente de
acuerdo a los
21 propietarios del inmueble para cualquier nueva apertura o actividad o uso me resulta altamente
improbable, por no decir imposible. Lamentablemente
Sevilla pierde definitivamente uno de los emblemas culturales de la ciudad”, concluye.