Desde el pasado día 15 de enero está activa Gramática & Bricolaje, una exposición en la galería Yusto/Giner de Marbella, en la que participan artistas sevillanos. La lista la componen: Miki Leal, José Piñar, FOD, Fernando M. Romero, Cristóbal Quintero, Patricio Cabrera, José Carlos Naranjo, Fernando Clemente y Javier Parrilla.
El argumento central de Gramática & Bricolaje gira en torno a la idea de la pintura y lo pictórico desde el punto de vista de la sintaxis, evitando el tema y buscando los elementos constitutivos de un lenguaje propio y característico que hace que funcione una obra más allá de los aspectos narrativos concernientes a un relato.
En un cuadro cualquiera el modo de pintar es tan importante, o más, que los asuntos que se están tratando, que a veces no resultan más que una excusa para llevar a cabo una investigación o indagar en aspectos gramaticales relacionados con el oficio. Es curioso, pero aunque parezca lo contrario, si nos atenemos a las premisas que plantea Josef Albers en relación con las posibilidades cromáticas que determinan el equilibrio de un cuadro en función de su color, forma y ubicación, todos los pintores seleccionados se ajustan a unos requisitos elementales que no se alejan en exceso de los planteamientos del pausado y comedido pintor alemán.
Equilibrio intuitivo
Aunque en algunos casos su nivel de incertidumbre sea alto y haya aspectos improvisados, normalmente no existen divergencias ni exabruptos tonales en ninguno de ellos. Cada pieza se equilibra de manera intuitiva, atendiendo a su carácter global, evitando los particularismos y afianzando su estructura de manera natural, según proporciones y contrapesos.
Tal como apreciaba Kandinsky, lo que cuenta no es el qué, sino el cómo, unos intríngulis internos que logran sostener el andamiaje de la pintura desde dentro y sin que el espectador necesariamente lo perciba. Como ocurre con las composiciones musicales, priman las sensaciones.
Aunque no entendamos bien qué estamos oyendo, muchas melodías nos conmueven más allá de nuestra capacidad para interpretar o descomponer en notas esos sonidos (abstractos) que nos llegan. Sin duda, lo importante para una obra no referencial es saber diluir los ingredientes para que el resultado generado sea nuevo.
Con la pintura sucede algo parecido a cuando cocinamos a fuego lento; el sabor final, aquello que de verdad nos resulta apetecible y sabroso, poco tiene que ver con los alimentos iníciales crudos. De por medio, alguien de forma creativa y conociendo el modo en que se mezclan unas cosas con otras, ha generado una transformación.