Sábado noche de cóctel de sensaciones. Satisfacción, rabia, injusticia, sufrimiento, agobio, redención, ilusión, orgullo. Todo eso en 90 minutos. Un gol tempranero de Sekou viró en desastre con los dos goles seguidos del Eibar, uno de ellos de dudoso penalti por mano. Hubo otra pena máxima polémica que el equipo armero falló. Entró Hicham y revolucionó, gol de Brandon y punto meritorio por el contexto y el rival. La Segunda División merece la pena por partidos como este. El Málaga saca, quizá, más que un punto: la creencia de que se puede competir aun con tanto en contra. Era obligación.
Dani Lorenzo y Jairo Samperio partieron como titulares en un equipo obligado a las novedades por la plaga de lesiones. El partido empezó a jugarse antes con la noticia del positivo por Covid de Fernando Llorente y la baja de Aketxe. Blanco Leschuk, viejo conocido en la Costa del Sol, era la referencia de un Eibar con mucha dinamita.
Abre Jairo, centra raso Víctor Gómez y aparece entre la maleza Sekou para rematar al primer toque y abrir el marcador fuera de casa, algo poco habitual eso de las alegrías tempranas a domicilio. Hubo celebración felina. El partido no podía empezar mejor, pero la fiesta duraría poco.
Un cuarto de hora después, el colegiado pitó penalti para el Eibar por una mano rigurosa de Lombán que el VAR ratificó. Stoichkov, claro, puso el empate (1-1, min. 25) y el Eibar se vino arriba. Arrollador y con prisas de remontada, en la siguiente jugada Corpas anotó el segundo en una jugada maravillosa que pilló descolocado al Málaga. No lo vio venir el equipo de José Alberto, que pasó del cielo a los infiernos en un minuto.
Inmediatamente, vinieron los nervios ante un Eibar de poderío, calidad en su ataque y con ese aura de local que te hace ir una marcha más que el rival. Hasta el punto de arrinconar a los malaguistas, que durante un tramo desearon el descanso como nadie.
El segundo penalti fue la gota que colmó la paciencia del Málaga, otra vez por mano venida de un centro de Stoichkov que perfectamente pudo no haber pitado. El fútbol se tomó la justicia por su cuenta y Edu Expósito falló el penalti. Minuto después, Sekou rozó el segunda. El Málaga ganó una vida extra y lo mejor era que aún quedaba tiempo de sobra.
El equipo empezó a creer y a crecer con balón, buenas combinaciones y centros mediante, pero no terminaba de finalizar. Dani Lorenzo, que tuvo un debut como titular de sobresaliente en el centro del campo, dejó paso a Hicham, que volvía después de su ostracismo con las lesiones. Ese primer cambió llegó en el 70’.
Bendito cambio, bendito Hicham que fue vitamina: en el minuto 81, se inventó un cambio de ritmo que fue asistencia para Brandon, que desde el punto de penalti igualó (2-2). Merecido al cien por cien. El partido ya solo pudo enloquecerse, y en la locura se cerró el empate. Un punto que habrá que valorar porque se pudo perder, porque Eibar es candidato al ascenso y porque hay dos noticias que son para celebrar. La primera es la gran vuelta de Hicham, la segunda es la exhibición de un chaval marbellí de 18 años llamado Daniel Lorenzo.