La charca inútil, ganadora del premio Lope de Vega 2007, se representará, tal y como establecen las bases de ese galardón, en el Teatro Español, y lo hará en su Sala Pequeña entre el 28 de enero y el 28 de febrero, interpretada por Adolfo Fernández, Sonia Almarcha y Miguel Palenzuela.
“Llevaba muchos años arrastrando la idea del profesor que da clases a un alumno inexistente, como fui yo mismo, un niño sin ningún interés por el sistema educativo que hacía frecuentemente novillos aunque a lo mejor para ir a leer a Unamuno”, explica en un encuentro con periodistas Desola, “un autodidacta” que dejó de estudiar en el Bachillerato.
Lo que no sabía, detalla el autor, era quién sería el profesor y quién el alumno y entonces un día vio las imágenes de la agresión a aquel maestro, grabadas con un móvil por la novia del escolar y vendidas por 60 euros a una televisión.
Su protagonista, Óscar (Fernández), es un profesor hundido, derrotado por hechos de violencia y humillación similares, que ya no guarda más parecido con aquel docente, víctima, dice, “de un auténtico circo mediático”.
Tras haber elegido a su maestro le faltaba su “alumno inexistente” y se le ocurrió que sería una mujer –Irene (Almarcha)– “que ha pasado por lo peor que le puede pasar a una persona: perder a un hijo”, tan alejada de la realidad que no acepta lo que le ha ocurrido y crea un universo ficticio.
El profesor acepta entrar en el juego y dar clases a “su hijo” y se siente feliz porque el “chaval” es el escolar “ideal”: “el que no existe”.
La obra de Desola, autor de Baldosas o Almacenados, es una historia de soledad “en un mundo hiper comunicado”, pero también una historia de amor imposible y de locura, no como patología sino como vía de escape de la realidad.
A estos personajes se suma un tercero, un veterano pedagogo llamado Hierofante (Palenzuela), porque Desola quería escribir un drama pero también que el público “pudiera relajarse”.
Hierofante y Óscar se reúnen en un parque, donde uno ve un lago y el otro una charca inútil, y sus conversaciones dan “el toque de humor negro” al drama.
El director de la obra es Roberto Cerdá, que ha hecho un trabajo “escrupulosamente respetuoso con el texto y completamente a su servicio”, algo que le importa “muchísimo”, indica.