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Miedos, Certezas e Incertidumbres

Se precisan certidumbres y esas, aunque pueda parecer mentira, sólo se pueden obtener de la realidad que nos rodea.

Publicado: 04/07/2022 ·
12:37
· Actualizado: 04/07/2022 · 12:42
Autor

Rafael Fenoy

Rafael Fenoy se define entrado en años, aunque, a pesar de ello, no deja de estar sorprendido cada día

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En este blog se pretende compartir análisis, reflexión y algo de conocimiento contigo persona lectora

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Que es frecuente recibir mensajes de incertidumbres parece algo normal. ¿Sobre qué?:  Subida de precios de todo tipo (alimentos, luz, gasolina…), la re-dichosa inflación, las escaladas bélicas, rearmes, pactos, cambios o peleas de gobiernos, nuevas olas contagiosas, cumbres “borrascosas” de la ONU (UNO), la NATO (OTAN), G7 (antes 8 se excluyó Rusia por la anexión de Crimea), vaticinios de los Bancos Centrales (Europeo, Reserva Federal, España…), cierres de empresas, el misterioso “Pacto de Rentas”… No parece que haya asunto que no contenga incertidumbres. No obstante alguna que otras certezas se mantienen, ¡de momento! Por ejemplo: la de que en un mundo globalizado algunos miles de manos son las responsables de los inquietantes asuntos de los que a diario tenemos noticias. Otra certeza, que de lo firmado sobre actualización de salarios, o las pensiones al IPC (Incremento de Precios de Consumo): Nada de Nada. La incertidumbre en el dia a día  ya se ha instalado cuando muchos salarios y muchas pensiones no permiten un consumo mínimo imprescindible.

Como decía, en la película “Conoces a Joe Black”, el actor Jakes Webe -“Las únicas certezas son Hacienda y la Muerte”, en estos tiempos críticos ni siquiera Hacienda es segura. ¿Quizás se esté instalado una pandemia de incertidumbre colectiva? Quienes se mueven en el mundo real, en la calle, en el mercado de abastos donde las gentes conversan con toda persona que se presta, se palpan, se sienten las incertidumbres. Desde el vendedor o vendedora de la ONCE, del puesto de frutas, verduras, especias, pescado, carnes, charcuterías variadas, congelados… todas esas personas trasmiten sus sorpresas sobre un presente que ya es imposible de acotar, donde casi todo parece efímero, transitorio, volátil. El presente se escapa a la capacidad de vaticinio que cualquier persona normal ha podido desarrollar a lo largo de su vida. Y da igual si ha sido corta o larga. No hay precedentes que permitan utilizar, eso que se llama “experiencia”, para descifrar las claves de lo que está ocurriendo. Y es que, a lo complejo de cada episodio mundial, se le une la cantidad de eventos que no cesan de producirse, a velocidades inimaginables y sobre todo con la amplísima difusión para general conocimiento.  

Siempre han ocurrido fenómenos, acontecimientos, que han impactado en el mundo “civilizado”, pero hasta no hace tanto, la era pre-internet, a muchos millones de personas les eran ajenos. En estos momentos no se salva ni el “tato” de los impactos mediáticos, aunque se encuentre conviviendo con indígenas de la Amazonía. Y esa conciencia de que, sí o sí, se pertenece a la colectividad planetaria, asusta porque, para resumir, se tiene la certeza de que nadie controla los mandos de esta nave “humanidad” y, en la cabina de mandos, unos cuantos se pelean por hacerse con el control de la misma. Total, unos por otros, la humanidad han comenzado a precipitarse hacia el abismo y no tardará mucho que se estrelle. Mientras ese fatal desenlace se produce, queda mucho por hacer. Positivo sin duda ya que cuando las personas se ocupan se mitigan las preocupaciones. Mejor ocupadas que pre-ocupadas. Mirar el presente, con realismo, permite comprender que una parte de este galimatías lo está produciendo una dislocación de la economía cercana. Hay que mirar a lo cercano para reforzar las posibilidades de respuestas ante crisis exteriores. Porque, y esa es otra certeza, sólo en lo cercano las personas pueden operar sobre la realidad que les afecta cotidianamente. Apoyar las economías locales mediante los consumos responsables en lo cercano, parece ser una de las claves de las respuestas eficientes ante las incertidumbres. Y eso, si está en las manos de cada persona. Sentir miedo es consustancial a la psicología humana, instalarse en él, además de ser opcional, la desequilibra. Se precisan certidumbres y esas, aunque pueda parecer mentira, sólo se pueden obtener de la realidad que nos rodea. Si las personas que habitan cada comunidad, cada aldea, pueblo o ciudad, se aprestan a dar respuesta a las situaciones que les afectan aquí y ahora, sin duda despejarán incertidumbres, aumentará la confianza y el miedo dejará paso a la certera Esperanza.

Fdo Rafael Fenoy

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