Existe otro tipo de guerra urbana en Ucrania, lejos del frente, que se desarrolla tanto en amplias avenidas como en estrechas calles, y que busca "descolonizar" el espacio público de la influencia rusa.
Como parte de lo que muchos consideran que es una guerra por la independencia, Ucrania busca cortar los lazos culturales con Rusia, algo que afecta no sólo a los medios de comunicación, el arte y la educación, sino también a plazas, calles y estaciones de metro.
En Kiev los planes prevén no sólo cambiar los nombres de calles vinculadas al pasado soviético -un periodo que se relaciona en Ucrania con las hambrunas y la represión de Stalin- sino también de aquellas dedicadas a escritores decimonónicos como León Tolstói y Aleksandr Pushkin.
Los topónimos de ríos y ciudades rusas también serán purgados.
A finales de junio alrededor de 6,5 millones de ucranianos participaron en una votación por internet para elegir alternativas a los nombres de casi 300 calles y plazas de Kiev.
"El proceso de desrusificación de los nombres de espacios públicos tiene un significado importante. Ayudará a reducir la influencia cultural de Rusia en la conciencia de los ucranianos", señaló la administración municipal de Kiev.
El alcalde, Vitali Klitschko, ha criticado que numerosas calles y plazas sigan asociadas a la cultura de los "ocupantes" y apoyó un cambio urgente para cortar amarras con Moscú.
MENOS TOLSTÓI, MÁS TOLKIEN
Las propuestas más votadas incluyen nombres de figuras históricas, luchadores por la independencia, escritores y poetas, batallas, regimientos, activistas de la revuelta del Maidán y caídos en la actual guerra con Rusia.
Esas propuestas han sido evaluadas por una comisión de expertos y deben ser ratificadas todavía por el Ayuntamiento, aunque muy pocos dudan de que eso será apenas una formalidad.
La plaza León Tolstói, por ejemplo, pasará a llamarse de los Héroes de Ucrania. La calle Pushkinska se convertirá en la de Yevhen Chykalenko, una figura política de principios del siglo XX que participó en la fundación del primer parlamento de Ucrania.
La calle Moskovska se convertirá en la de Kniaziv Ostrovskikh, una dinastía lituano-polaca vinculada con la cultura ucraniana. Una calle que hace referencia a San Petersburgo pasará a ser de Londres.
Otra avenida estará dedicada al Renacimiento ucraniano, en referencia a una generación de escritores y artistas que fueron perseguidos -y muchos de ellos exterminados- durante el estalinismo.
También hay espacio para autores extranjeros, como J.R.R. Tolkien, el autor de "El señor de los anillos", a quien no se le conoce filiación con Ucrania pero que sí dio nombre a una habitual definición de los militares rusos en Ucrania: "orcos".
Esos "orcos" son unas criaturas fantásticas que actúan de soldadesca para los malvados de la saga de Tolkien, que los ucranianos identifican con el presidente ruso, Vladimir Putin.
Otra de las calles estará dedicada al activista anticorrupción Roman Ratushni, que murió recientemente luchando en Donbás durante la actual guerra, y a cuyo funeral acudió una gran multitud en Kiev.
Ratushni fue una figura destacada en Ucrania desde las protestas del Maidán y la calle que llevará su nombre está en un barrio que defendió de la especulación urbanística. Sus revelaciones destaparon varios escándalos y acabaron en procesos judiciales.
ESCASAS VOCES CRÍTICAS
En la todavía plaza León Tolstói son escasas las voces críticas sobre cambios en el callejero y la inmensa mayoría se muestra muy favorable. El motivo principal: la cultura de quien invade y bombardea Ucrania no puede tener espacio en sus calles.
Valia, una mujer de 38 años que trabaja en un salón de belleza, considera que en un momento en el que los misiles rusos matan cada día a ucranianos es un error dedicar una calle a figuras rusas.
"Creo que tenemos suficientes personas destacadas en nuestra historia como para no emplear los de un vecino que, además, nos invade", asegura.
Oksana, de 58 años y empleada de una inmobiliaria, explica que durante su educación en la antigua Unión Soviética, de la que Ucrania era una república, sólo los autores rusos eran considerados de primera categoría y existía un desprecio a todo lo ucraniano.
"Estas calles son el reflejo de un pasado y ahora somos libres para elegir", asegura.
Entre una inmensa mayoría de opiniones en la misma línea, un joven estudiante de veterinaria ofrece una visión más matizada.
"Entiendo que la guerra lleva a querer separarse de todo lo ruso, pero la cultura rusa también es víctima de la manipulación y las mentiras de Putin", explica.
"Y además Tolstói al final de su vida era pacifista", agrega.
La decisión de renombrar las calles y limpiar cualquier referencia a la cultura, la historia o la geografía de Rusia llega después de que el Parlamento de Ucrania aprobase en junio leyes para imponer restricciones a los libros y la música rusas.
Ucrania considera que este proceso, anteriormente denominado "descomunización" pero ahora definido como "desrusificación", resulta imprescindible para deshacerse de siglos de políticas que buscaban borrar la identidad ucraniana.
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La guerra llega al callejero de Ucrania: menos Tolstói y más héroe patriótico
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