La vida te va abriendo caminos que se transita con acierto o no, dependiendo la dirección que decidimos, en ese transcurso van apareciendo compañeros de viaje que te facilitan recorrido que alterna las baldosas amarillas del Reino de Oz con la zarza venenosa de los terrenos pocos agradecidos. De los linderos surgen compañeros de viaje, sin disfraz y otros vestidos de cordero que con el tiempo se desprenden de la piel para dejar la sobria tez del mediocre sazonado por el rencor, la envidia o el odio de quien desea lo que no es suyo. Pero el caminante sigue su recorrido, a pesar que las heridas van haciendo mella en el ánimo y fuerza hasta que en ocasiones desfallece sin poder llegar a su meta, o empieza a deambular sin encontrar el camino correcto.
Triste es comprobar como algunos valoran la amistad no en un apoyo en el tránsito de la vida, sino como un trampolín para conseguir su objetivo más material y si para ello necesita apartar a quien le ayudó, así se hace para tirarse a los brazos de quien fue el más cruel de sus censoresVemos como jóvenes se ven cada vez más azotados por la presión social. Si se asoman a la ventana exterior, ven cuerpos esculturales, si miran la vida laboral ven puertas que se cierran o que cada vez tienen más complicado su acceso, y si por suerte encuentran la posibilidad de acceder a un puesto de trabajo remunerado, son explotados como nunca. Mientras los medios siguen dando unos modelos a seguir, donde se dispone de grandes casas, espectaculares vehículos, aderezados de liposucciones, botox y mediocres intelectuales que alcanzan el éxito por ser pareja o darse un revolcón con algún conocido.
Recuperar los valores es esencial para mejorar, cambiar el Gran Hermano por una obra teatral, un tik tok por una conferencia o viajar por el sedentarismo del ordenador, ayudaría a tener una apertura de mentes que favorecería que el joven que emprende en solitario ese camino del que hablaba al principio, sepa soportar y vencer a esos golpes inesperados de quienes sólo saben hacer daño. Triste es comprobar como algunos valoran la amistad no en un apoyo en el tránsito de la vida, sino como un trampolín para conseguir su objetivo más material y si para ello necesita apartar a quien le ayudó, así se hace para tirarse a los brazos de quien fue el más cruel de sus censores. A pesar del dolor de la decepción, hay que saber reponerse porque, hay una cosa que ningún enemigo de la honestidad puede conseguir, y es la libertad de poder ser capaz de fallar por errores propios y no de otros, pero siempre conseguir alcanzar el blindaje de la seguridad que harán que las balas que te disparen sólo puedan salir rebotadas contra el agresor.
Seguiremos caminando, y aunque a veces es complicado saber si el compañero de viaje es quien pareces ser, lo que no debo consentir que quien me lleve al engaño, sea yo mismo, porque sólo cuando yo me crea mis mentiras y justifique mis errores, será cuando mi camino me conducirá a un precipicio que me convertirá en el mediocre y acomplejado que mi familia siempre me instruyó para que no fuese. Por eso intentaré, continuar en el camino en el que siempre creí, que, si un día mis compañeros de viaje no lo siguieran, no seré yo quien me iré de ese recorrido, porque al final conmigo estarán los que siempre fueron y no pregonaron, ser honestos.