Cuando estamos en plena sequía y es un problema la escasez del agua, yo sigo preocupándome de la calidad de ésta. Ya sé que muchos pretenden salvarse del problema ingiriendo agua embotellada, pues no olviden que están eligiendo consumir plástico y que el agua de los manantiales no está excluida.
Uno de los peligros más graves a los que están sometidos nuestros acuíferos es el de los purines, miles de toneladas de excrementos de cerdos y vacas licuados, porque se necesita agua para mantener limpios estos lugares de explotación cárnica. ¿Qué se hace con ellos? Lo que mi perra con la comida que no le gusta, enterrarlos. Estos licuados ricos en nitratos van a parar a nuestra agua.
Cuando Garzón sacó en el Parlamento el problema de las macrogranjas parecía que estaba en contra de los ganaderos. Las cifras sin embargo dicen todo lo contrario, hay tres millones más de animales, pero once mil granjas menos. Resulta evidente que la mayoría de pequeños propietarios que tenían ochenta o cien animales han ido al paro. Abandonando las zonas rurales que este año se han quemado por la pérdida de ganadería extensiva que evitaban el crecimiento sin control de la maleza. Una extensión equivalente a trescientos mil campos de futbol ha ardido por ese cambio en la forma de explotación ganadera que ya no necesita campo, se puede situar en cualquier polígono industrial.
A la pregunta de si la ganadería industrial ha hecho más ricos a los ganaderos la respuesta es negativa, porque los que se enriquecen son los fabricantes de piensos y los dueños de los mataderos que controlan el proceso: les venden los piensos, vacunan a los animales, transportan y comercian con la carne, llevándose la parte del león. Mientras el ganadero pone la mano de obra, el agua y la gestión de residuos. La gestión de residuos queda en manos del que menos obtiene. Resulta evidente lo que van a hacer con ellos: enterrarlos. El sistema no les ofrece otra alternativa, a la población en general tampoco, comemos carne de ínfima calidad, de animales sometidos a la masificación, consumidores de piensos artificiales, hormonados para que crezcan antes y vacunados para que no se extiendan las epidemias, para por último sufrir la catástrofe de que se contaminen nuestras escasas aguas.
Esa es la verdad oculta detrás de este negocio que los países del norte de Europa se niegan a tener en sus territorios. Los votantes holandeses no llevan al poder a ningún político que esté a favor de las macrogranjas. Cómo solucionan el problema, haciendo que criemos sus cerdos aquí, quedándonos nosotros con los purines.