Dos suicidas a pie hicieron estallar sus cargas explosivas de unos ocho kilos casi simultáneamente en torno a las 12.45 horas locales (7.45 GMT), poco antes de la oración del viernes, en un céntrico barrio comercial del área militar de la capital de la provincia de Punjab, explicó a Efe una fuente policial.
Las acciones, que fueron reivindicadas por la insurgencia talibán, se registraron a apenas 60 metros de distancia la una de la otra en un área concurrida del conocido como Bazar R. A. de Lahore en la que muchos fieles se dirigían a la mezquita para rezar.
Una de las explosiones ocurrió cerca del templo, por donde transitaban varios vehículos militares, y la otra frente a una parada de autobús.
“Tenían como objetivo la población civil. Querían causar el mayor impacto posible”, argumentó a Efe un portavoz militar, quien agregó que entre las víctimas hay al menos seis soldados muertos y ocho heridos, mientras que el resto son civiles.
Los heridos, veinte de ellos de gravedad, fueron trasladados a hospitales cercanos, al tiempo que las fuerzas de seguridad acordonaron el lugar. La zona atacada se encuentra en el acantonamiento militar de Lahore, un área de amplia extensión con un gran número de edificios del Ejército y de otras agencias y cuerpos de seguridad, así como barrios comerciales y residenciales.
Horas después, poco antes de las 21.00 hora local (16.00 GMT), se inició una cadena de cinco explosiones de baja intensidad, que duró más de una hora, cerca de emplazamientos como una comisaría, oficinas de los servicios de rescate o un mercado del barrio de Allama Iqbal, explicó a Efe una fuente policial.
Estas detonaciones, que apenas causaron heridos, crearon momentos de mucha tensión en la ciudad, donde las autoridades hicieron un llamamiento a la población a no salir de sus casas.
En declaraciones a la prensa, el jefe administrativo de Lahore, Khusro Pervaiz, se apresuró a apuntar hacia una posible implicación de potencias extranjeras en el ataque múltiple, en clara referencia a la vecina India, un extremo que los analistas consideraron poco probable.
En un tono distinto, el primer ministro paquistaní, Yusuf Razá Guilani, condenó el atentado y aseguró que este tipo de actos de “violencia cobarde” no conseguirán “minar el compromiso del pueblo de Paquistán de acabar contra el terrorismo”.
El Ejército paquistaní ha emprendido varias ofensivas contra la insurgencia talibán en sus bastiones del cinturón tribal fronterizo con Afganistán y otros puntos del conflictivo noroeste, pero los integristas, asentados en todo el país, están llevando la guerra también a los grandes núcleos urbanos.