El catedrático de Psicología Evolutiva de la Universidad del País Vasco Enrique Arranz ha colaborado con el profesor de la Universidad de Sevilla Alfredo Oliva en la elaboración del estudio, pionero en España, que ha sido asesorado por la Universidad de Cambridge, sobre el desarrollo psicológico de niños y adolescentes en las nuevas estructuras familiares.
Arranz dijo que “como consecuencia lógica del sistema socioeconómico” está desapareciendo la familia tradicional, en la que sólo las madres asumían la crianza de los hijos, ya que “ahora ellas trabajan, los padres no son siempre un hombre y una mujer, y cada vez más se crían hijos no biológicos”.
La investigación descubre que el modelo tradicional “ni es el mejor para el desarrollo psicológico de los niños, ni se puede imponer”, sino que los hijos que crecen con menores desajustes personales son los que “sufren menos momentos vitales estresantes y, en general, una mejor calidad de las relaciones familiares”.
Asimismo, Arranz explicó que en la comparación de la calidad del entorno familiar han destacado la “excelente” evaluación que lograron las parejas de homosexuales, las cuales “mayoritariamente son de mujeres, con buena solvencia económica, grandes deseos de ser madres y que dedican mucho tiempo a su hijo”, que suele ser único.
Los niños criados en ese ambiente familiar son, según el estudio, “los más ajustados” psicológicamente, con un entorno “estimulante” que favorece su desarrollo y con menos conflictos trascendentales en su vida, pero estas familias “viven con miedo al rechazo social”.
Al valorar la situación del entorno, también dieron buenos datos el modelo tradicional y las familias adoptivas inicialmente, ya que sus hijos han sido muy deseados, si bien éstas últimas “deben afrontar una serie de situaciones difíciles con la llegada del menor, especialmente en su fase de adaptación” y suelen acumular posteriormente más casos de problemas escolares.
Las parejas homosexuales y los padres adoptivos son quienes mejor se reparten las tareas de educación y los que más fomentan la transmisión de valores de democracia y diálogo a la hora de resolver conflictos, frente a las madres que han tenido partos múltiples, que reflejan “mayor estrés y autoritarismo”.