Entre Rio Tinto y Nerva nos encontramos el viejo cementerio del poblado de la Naya, un lugar en el que se han descrito todo tipo de fenómenos extraños y que resulta inquietante cuando se es testigo de lo imposible.
Quedó abandonado en el año 1972 y hoy hay una imagen que se retiene en la retina y que es la de los niños "vacíos" que encontramos en el mismo. No son los cementerios abandonados -ni en uso- lugares donde me guste investigar por el respeto que me inspiran pero, reconozco, que este es un caso excepcional donde lo imposible se manifiesta.
Por todo ello caminar por sus "calles" es hacerlo siendo consciente que se hace entre, aún, algunos restos humanos así como, sorprende, encontrarse vestigios de ataúdes y ouijas improvisadas que, "cazadores de experiencias", han querido tener aquí.
El ánimo de la investigación era comprobar, verificar, los fenómenos paranormales que nos habías descrito y, por ello, decidimos pasar la noche en él. Era la tercera visita que realizábamos al lugar habiendo sido las dos anteriores positivas en cuanto a resultados. Aquella noche comenzó con un fenómeno que nos llamó la atención y que fue el de "silencio cero", calma total, tan total que no se escuchaba a nada ni nadie, algo habitual cuando suceden hechos que no logramos entender.
Tras esto se comenzaron a registrar en los aparatos de medición de temperatura bajadas muy abruptas, aunque estando al "raso" de la noche y en la sierra onubense también es algo normal aunque no en los valores que se estaban dando con descensos de más de diez grados.
Pero lo que más nos sorprendió de este punto fue una sombra que captó la cámara térmica y que la denominamos como "sombra" por llamarla de alguna forma pues, realmente, lo que mostró la pantalla era una especie de silueta que no podíamos ver y que tenía clara forma humana allá donde se distinguían bien brazos y piernas. Su temperatura era más baja que la del entorno y, por ello, la cámara registró perfectamente su paso por la zona de niños donde un detector de presencia se accionó, como detectando "algo" invisible y como en ese momento caía al suelo pese a estar unos veinte centímetros metido dentro de un nicho sin que nadie pudiera acceder a él. ¿Cómo se pudo caer ese detector? ¿Quién o qué lo movió? ¿Qué era esa silueta fría que vimos en la cámara térmica? Obviamente no podía ser un registro térmico de ninguno de los presentes pero si la presencia de "alguien" que se podía corresponder con lo que nos habías comentado los testigos.
La noche también dio como consecuencias psicofonías que resultaban inquietantes como "muerte", "en el nicho" o "iros ya", algo que parecía estar invitándonos a dejar el lugar a la mayor brevedad posible.
Se trató de nuestra tercera visita al sitio, una investigación puramente técnica, sin ouija ni médium, sólo aparatos y medidores que dieran un registro amplio sobre todo lo que se pudiera captar y ser susceptible de ser analizado. El resultado fue tan impresionante como imprevisible en un punto, el cementerio de la Naya, donde los testigos narran que ocurren fenómenos paranormales.