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Málaga

Los supervivientes de La Desbandá ponen nombre a las mujeres que les salvaron la vida

La VII Marcha rinde homenaje a las mujeres "anónimas" que organizaron la huida y fueron la "columna vertebral" que sostuvo a las familias.

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  • Este jueves ha arrancado la primera etapa de las diez etapas de la Marcha de la Desbandá.
  • 250 personas recorrerán a pie los 250 kilómetros que separan a Málaga de Almería.
  • Isabel, Amparo y Manuel son algunos de los supervivientes que 86 años después ponen voz a las víctimas de aquella masacre.

Entre los días seis, siete y ocho de febrero de 1937 unas 300.000 personas huyeron de Málaga por carretera hacia Almería. Una de esas familias fue la de Isabel María Hidalgo Guerrero. “Recuerdo que salimos corriendo”, ha dicho al recordar el momento en el que abandonaron su casa. No sabía “por qué nos íbamos”, solo tenía cinco años y no era consciente de la batalla que se estaba que se estaba librando en territorio malagueño. Una fuerza combinada entre el bando franquista y los italianos del Corpo Truppe Volontarie lanzaron una ofensiva a principios de febrero para arrebatarle el control de la provincia a los republicanos durante la Guerra Civil Española.

Fue una matanza, no se podía ni enterrar a los muertos, había que dejarlos tirados en la carreteras y continuar, porque si no te mataban también. Los bombardeos eran por tierra, mar y aire.

Padre, madre y las tres hijas salieron con lo “puesto” sin saber que durante un bombardeo su familia se iba a romper. Con el caos, cada uno corrió para un lado. Isabel escapó con su padre y una de sus hermanas, pero su madre y su otra hermana se “perdieron”: “Creíamos que mi madre había muerto, no sabíamos nada de nada”.

Cuenta que ella, su padre y su hermana, de dos años, logaron pisar Almería, pero no había ni rastro del resto de la familia. Al llegar a la provincia vecina escuchó “llantos y gritos” y vio “pupas muy grandes” en su pequeña hermana. Tuvieron que ser “fuertes”, se lamieron las heridas y se asentaron en Almería. Pasaron tres años de silencio, “no se podía hablar” por miedo a las represalias de la Dictadura, hasta que “preguntando” se enteraron de que su madre estaba viva, había vuelto a Málaga y pudieron reencontrarse todos. Han pasado 86 años desde la masacre en la carretera de la muerte, pero Isabel a sus 91 años sigue recordando los “fogonazos” de los bombardeos: “Con cualquier porrazo me sobresalto”.

La Marcha de la Desbandá cumple este año su VII edición y tiene nombre de mujer. 250 personas recorrerán a pie los 250 kilómetros que separan a Málaga de Almería, la misma distancia que anduvieron los que no fueron asesinados por el camino. Nombre de mujer porque ellas fueron las que “tuvieron que organizar la marcha” y fueron la “columna vertebral que sostuvo a las familias que llevaban a su cargo” durante la huida, ha reivindicado Lola Sierra, vicepresidenta de la Asociación sociocultural LA Desbandá. 

Mujeres como Andrea Martínez, la madre de Amparo Sánchez Monroy, quien perteneció al Socorro Rojo Internacional, al igual que Matilde Landa. Amparo ha reconocido que el acto, que ha dado inicio a la primera etapa de diez, ha despertado en un su “corazón” recuerdos “entrañables, aunque triste y dolosos”: “A mi madre le tocó vivir otra desbandada conmigo en brazos, una tan tremenda e inhumana como la de Málaga”. Madre e hija lograron cruzar a Francia por los Pirineos en febrero de 1939, donde empezaron “a sufrir el maltrato y el desgarro del destierro en campos de concentración galos, al igual que 500.000 republicanos derrotados que también pasaron la frontera”. Sin micro y a voz alzada, para ser escuchada por todos, Amparo ha querido que su “voz suene como homenaje a las todas las mujeres, las conocidas como las anónimas, que lucharon”.

Mujeres “valientes” como María, Inés o la madre de Manuel Triano Simón. Él sobrevivió a la carretera de la muerte en sus brazos. “No” recuerda los bombardeos, los llantos y el miedo, solo tenía seis meses, pero sí puede hablar del sufrimiento que veía en los ojos de sus padres y sobre lo “poco que querían contarnos”. A sus 86 años cuenta que aquello fue “una matanza, no se podía ni enterrar a los muertos, había que dejarlos tirados en la carreteras y continuar, porque si no te mataban también. Los bombardeos eran por tierra, mar y aire”.

Esta familia tuvo que abandonar su casa del Rincón de la Victoria donde residían “felizmente” y acabaron viviendo en una “cueva en Alicante y después nos dieron un piso, allí estuvimos hasta el 39”. En la carretera de la muerte fueron asesinadas entre 3.000 y 5.000 personas.

Todas las actividades, hasta la llegada a Almería el 11 de febrero, tendrán un punto violeta. Uno de estos actos estará protagonizado por Rozalén, la cantante participaré en Torre Del Mar para que “no vuelva a repetirse”, ha confirmado en sus redes sociales: “Memoria, Justicia y Reparación”.

 

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