“La transición no sólo debe ser sostenible, sino irreversible”, afirmó el secretario general de la Alianza, Anders Fogh Rasmussen, tras una reunión de ministros de Exteriores de los países con tropas en el país asiático y del propio Afganistán.
Los ministros acordaron ayer varias “condiciones claras” para que el traspaso de la seguridad pueda comenzar durante este mismo año en los distritos de Afganistán más seguros frente a la acción de los insurgentes y terroristas.
Rasmussen no detalló esas condiciones, pero sí recalcó que la entrega del control de la seguridad en esas zonas tendrá lugar “cuando los afganos sean capaces de asumir la responsabilidad”.
También insistió en que los ciudadanos afganos y los 46 países con tropas en el país asiático “quieren ver progresos visibles, y tienen razón”, aunque reconoció que “no será fácil”.
El proceso continuará con la conferencia internacional que se celebrará próximamente en Kabul, en la que se detallarán las modalidades de la transferencia, de forma que la cumbre aliada de noviembre pueda aprobar el comienzo de la transición a manos afganas de la zonas más seguras, detalló el responsable de la OTAN.
Rasmussen recordó que la transición será progresiva, y volvió a asegurar que “no vamos a salir corriendo”.
Aún así, la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, advirtió de que el final de esa transición no supondrá que Afganistán será un país pacificado, y puso el ejemplo de Irak, donde las autoridades de Bagdad están asumiendo el control del país a pesar de que sigue habiendo violencia.
“En los próximos años habrá amenazas para la seguridad afgana, pero es un problema que afecta a muchos países”, señaló Clinton.