Es uno de esos lugares donde la leyenda teje sus sutiles hilos y nos quieres trasladar a una época en la que, se dice, en aquel lugar daba clases nada más y nada menos que el mismo Diablo… Se encuentra ubicaba en la ciudad de Salamanca y el propio Miguel de Cervantes ya escribió de ella en uno de sus famosos entremés que tituló como “La cueva de Salamanca”, como también se la conoce.
Salamanca es una ciudad de cultura, famosa por su Universidad (1218) y la vida que orbita en torno a ella. La leyenda tiene su origen cuando en la cueva se ubica a un grupo de estudiantes que iban allí a estudiar, pero lejos de aplicarse en las materias objeto de estudio comenzaban a realizar prácticas de brujería -quizás entroncando con la derivación de la palabra salamanca en Iberoamérica que es sinónimo de lugares donde se practica brujería y hechicería-.
En aquellas prácticas se decía que era el propio Diablo quién les contestaba e, incluso, impartía clases… Como pago a sus lecciones sólo una cosa: su alma.
La cueva fue la cripta de la iglesia de San Cebrián, y entre los alumnos del Diablo estaba el ilustre Marqués de Villena, sobre este personaje de dice que logró escapar del Diablo, hizo un pacto con él: su libertad a cambio de su alma, y allí permaneció encerrado hasta que el Diablo dejó abierta la puerta y logró escapar.
Fue la reina Isabel la Católica, en el siglo XV, quién ordenó tapiar la entrada a la cueva. Con el paso del tiempo la iglesia fue destruida y la cueva fue utilizada como trastero del palacio del Mayorazgo de Albandea, y luego como trastero de una panadería y carbonería.
En el siglo XX, inicio de la década de los 90, se realizaron excavaciones en la zona, en la Cuesta de Carvajal, a la espalda de las catedrales; en 1993 se expusieron al público los hallazgos de una zona arqueológica formada por la llamada Torre de Villena (alusiva al marqués), la planta de la iglesia de San Cebrián y la Cueva de Salamanca, la cueva donde el mismo Diablo impartió clases en la ciudad universitaria.