La percepción del final de la vida que tienen los padres “influye directamente en sus hijos”, según el estudio, ya que el 76% de los niños que manifiestan tener miedo a la muerte lo hacen porque sus madres “evitan más el tema”, temen más una muerte prematura y tienen “peores estrategias” para afrontarla.
Tras concluir este trabajo, los investigadores han puesto de manifiesto “la necesidad de un cambio de mentalidad en las familias y en los profesores respecto del tema de la muerte y el proceso de fin de la vida”, ya que es “crucial” para la salud de los niños y la configuración de su personalidad.
Del estudio se desprenden datos como que todos los niños han tenido experiencias personales relacionadas con la muerte, creen en la vida después de la muerte y, en general, muestran preocupación por ella.
En el caso de los docentes, ocho de cada diez afirma que la muerte no está contemplada en el currículo escolar, reconociendo, sin embargo, seis de cada diez haber hablado en algún momento de su actividad académica sobre la muerte con sus alumnos.