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Viernes 08/11/2024
 

Córdoba

Una novela rescata el papel de la mujer y los cristianos en al Andalus

Pone en valor el importante papel de "las mujeres en las labores culturales de la Córdoba del siglo X, con los personajes de Lubna y Fátima, que son cordobesas"

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  • Antonio Torremocha Silva. -

'El bibliotecario de Medina Azahara' (Almuzara, 2023) rescata una visión histórica de al Andalus donde la mujer conversa y los cristianos juegan un importante papel en la cultura andalusí del siglo X, que "fue el siglo de oro de la cultura y el arte andalusí", en opinión de su autor, el historiador Antonio Torremocha Silva.

Torremocha (Algeciras -Cádiz-, 1950) es de los historiadores que se han pasado a la novela histórica convencidos de que distrayendo al lector, "leyendo las aventuras", se consigue que "vaya aprendiendo historia, que sin darse cuenta va adquiriendo conocimientos históricos".

Con esta novela, pone en valor el importante papel de "las mujeres en las labores culturales de la Córdoba del siglo X, con los personajes de Lubna y Fátima, que son cordobesas", hasta el punto de que "una de ellas tiene una calle (Escriba Lubna) desde 2019 en la ciudad porque fue una gran poetisa y traductora".

Para Torremocha es indiscutible "la importancia de los cristianos" en esta época, "ya que durante el siglo X un tercio de la población de Córdoba era cristiana y otro tercio eran cristianos conversos al islam, los llamados muladíes, que también van a ocupar cargos en la administración y en el gobierno de Córdoba".

De hecho, refiere, "el obispo de Córdoba Resemundo, un hombre muy culto, que hablaba el árabe, el latín, el romance y el inicio del castellano, era uno de los principales asesores de Abderramán III y fue embajador suyo en los reinos cristianos".

La última de un ciclo

'El bibliotecario de Medina Azahara' es la última de un ciclo de cuatro novelas, las dos primeras, 'La cruz de Belisario' (Publishway, 2020) y 'La venganza del rey bastardo' (Publishway, 2021), sobre la Andalucía cristiana en el siglo XIV, y las dos últimas sobre al Andalus, 'La cautiva de la Alhambra' (Almuzara, 2022), que también gira sobre el XIV, y esta última en el X.

"La novela empieza por el final, cuando Jalid ben Idris no tiene más remedio que huir de Córdoba cuando ocupa el poder Almanzor después de la muerte de al-Hakam II", afirma Antonio Torremocha en una entrevista con EFE.

Jalid ben Idris es a quien al-Hakam II, en el año 962, nombra responsable de la Gran Biblioteca de Córdoba, que había fundado el califa al llegar al poder con los libros que había heredado de su padre, Abderramán III, en uno de los pabellones que habían formado parte del Alcázar emiral, abandonado desde que su progenitor edificó la ciudad palatina de Medina Azahara.

Ya huido en El Cairo, "añorando su Córdoba natal y su biblioteca, es cuando decide hacer su biografía desde el día de su nacimiento hasta el día que tuvo que salir de Córdoba", un relato vital que Torremocha convierte en el argumento de su novela.

Personaje reales

A diferencia de sus otras obras, todos los personajes de 'El bibliotecario de Medina Azahara' son reales, aunque con tramas ficcionadas, una estructura que autor utilizada para exponer cómo Jalid ben Idris tenía un equipo formado por "Talid al-Qurubí, que era un eunuco, y dos mujeres, Lubna y Fátima, que eran dos cristianas manumitidas, convertidas al islam, que se habían formado en el conocimiento del latín y del griego y que eran grandes traductoras y grandes copistas, más otras treinta o cuarenta mujeres que estaban dispersas por toda Córdoba encargadas de copiar todos los libros que llegaba en latín, en romance o en griego y de traducirlos a la lengua árabe".

A su juicio, "esta gran estructura cultural que se formó en Córdoba la hizo no solo el gran foco de la cultura de Oriente, sino también de Occidente pues llegaban sabios y gente que venía del Imperio Romano Germánico o el Reino de León o del Norte de África a consultar los libros".

Una biblioteca que, en su inmensa mayoría fue pasto de las llamas con la llegada al poder de Almanzor, que se "rodeó de gente muy intransigente y fue muy ortodoxo y perseguía, considerando heréticas, todas las obras que no eran religiosas, el Corán o los hadices o dichos del Profeta, o la sharia".

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