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La escritura perpetua

Valor, mujer

Un verso de Juan Ramón puede servir para describir la obra ‘Valor, agravio y mujer’, de Ana Caro de Mallén, olvidada dramaturga del Siglo de Oro

Publicado: 26/04/2023 ·
17:26
· Actualizado: 26/04/2023 · 17:26
  • Ensayo de ‘Valor, agravio y mujer.
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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Un verso de Juan Ramón puede servir para describir la obra ‘Valor, agravio y mujer’, de Ana Caro de Mallén, olvidada dramaturga del Siglo de Oro, que ahora recupera acertadamente la Compañía Nacional de Teatro Clásico: ‘La luz con el tiempo dentro’. Es una obra de enmarañados y divertidos enredos, de capa y espada, con lances bajo el brillo del acero maravillosamente resueltos sobre el escenario por la directora, Beatriz Argüello, con imágenes bellísimas, música de violín, y una fidelidad absoluta al texto original. Porque Beatriz Argüello ha comprendido que la fuerza de la función residía en que descansara sobre un texto sensacional, literariamente brillante, de logrados versos, de líos risueños, con humor, y sosegadamente enfrentado a las costumbres y normas de aquella época. Las mujeres de la obra dependen de sí mismas, son personas empoderadas, dueñas de su destino y de sus sentimientos. Ana Caro de Mallén creó personajes femeninos independientes y poderosos. Como ella. Una precursora. Una adelantada. Lo indica en el programa Juana Escabias, estudiosa de esta dramaturga y autora de la versión: “La existencia de una mujer capaz de desarrollar una carrera profesional en el teatro del siglo XVII es meritoria, pero no insólita. Las mujeres se encuentran muy presentes en la industria teatral áurea”.

El espectador de ‘Valor, agravio y mujer’ puede disfrutar dos veces de la obra. Primero, ante un montaje estéticamente medido al milímetro, con buenas interpretaciones, y, después, con la lectura sosegada de la pieza de Ana Caro, a disposición en el propio teatro de La Comedia de Madrid. “Don Juan de Córdoba soy,/andaluz; vos sois Ribera, noble y andaluz también./En esta ocasión, en esta,/es bien que el ánimo luzca,/es bien que el valor se vea/de los andaluces pechos,/de la española nobleza”. En la obra, cuya acción transcurre en Flandes, hay mucha Andalucía: La autora, de origen morisco, fue bautizada en Granada el seis de octubre de 1601.

La función gira en torno al honor que Don Juan arrebató en Sevilla a Doña Leonor. Ella se disfraza de hombre, se hace llamar Leonardo, y lo persigue a Flandes acero en mano dispuesta a vengarse y a vivir peligrosas peripecias. Pero finalmente descubre, como resalta Beatriz Argüello, que la virtud y la dignidad no necesitan ser restauradas por el otro, sino por uno mismo. Leonor recupera la serenidad. Y en el atormentado galán resuena la pregunta de la sutil Lisarda: “¿Era, don Juan, vuestra dama/muy hermosa? Porque tienen/las sevillanas gran fama”. La luz con el tiempo dentro, decíamos.

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