María Luisa Merlo tiene 81 años, continúa interpretando teatro, y lo hace como siempre: ella sola llena el escenario. En ‘Mentiras inteligentes’, la obra que se representa en el Teatro Maravillas de Madrid, cuenta además con tres sensacionales veteranos de la escena: Jesús Cisneros, Ana Escribano y Juan Jesús Valverde. Una vieja escuela de actuar que se extingue: espontánea, directa, natural. Con talento. Y, sobre todo, creíble. El espectador cree a estos actores, deja de ser una persona sentada en la platea de un teatro para convertirse en un ‘voyeur’ de unas vidas que parecen transcurrir frente a él. Ya casi no se hace teatro así: porque no quedan intérpretes con esas cualidades, entre otras cosas. Recordé a Ismael Merlo, padre de María Luisa. En el Español, en 1982, protagonizó ‘El grito’, obra del escritor andaluz Fernando Quiñones sobre la difícil vida de los emigrantes españoles en Alemania. Ismael Merlo permanecía toda la función recostado en una cama, inmóvil, sin pronunciar palabra, hasta ese grito final cuando se desataba la tragedia. Silente y quieto, sí, llenaba el escenario.
‘Mentiras inteligentes’, de Joe Diprieto, con dirección de Raquel Pérez, es una obra con una extraordinaria carpintería teatral, sólida, atractiva, con diálogos ocurrentes y situaciones inquietantes, pero, sobre todo, con capacidad de narrar. En el teatro actual cada vez se narra menos, las obras tienen una hermosa atmósfera poética, pero no desarrollan una historia. ‘Mentiras inteligentes’ se encuadra en lo que antes llamaban despectivamente “comedia de tresillo”, o, algún crítico, “teatro burgués”. Pero estas características alumbran, no enturbian esta función. El público de cierta edad se identifica con alguna de las peripecias que suceden sobre el escenario. Porque las experiencias vitales de la gente son parecidas.
El personaje encarnado por Jesús Cisneros se aburre con su mujer, con la que acaba de tener una hija. Se ha enamorado de su monitora de gimnasia, una deslumbrante chica de 23 años (que no aparece en escena), muchos años menos que él, pero el hombre siente que la vida palpita y se colorea cuando está junto a ella. Empieza a despertar sospechas. “No me parece normal que un hombre casado, heterosexual, se pase el día en el gimnasio”, dirá alguien. La madre (María Luisa Merlo) podrá las cosas en su sitio. Ese amor con tanta diferencia de edad, o ser el tercero en una relación, conduce finalmente a una dolorosa intrascendencia. La mejor aventura se halla en la propia vida. Excelentes intérpretes veteranos, decíamos.