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Un chiringuito con encanto

Durante casi medio siglo, ‘El Chozo del Caí’ ha estado presente en el corazón de los conileños y foráneos, que han sabido disfrutar de la hospitalidad y amabili

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  • Conil.

Corría el año 1976, en plena transición política en España, cuando un matrimonio conileño deciden abrir un chozo en nuestra localidad. Este se instalaría en la ribera del río Salado, al lado izquierdo de los Bateles y tras el campo de fútbol, junto a la antigua lonja de pescado.

Durante casi medio siglo, ‘El Chozo del Caí’ ha estado presente en el corazón de los conileños y foráneos, que han sabido disfrutar de la hospitalidad y amabilidad de Manolo Ureba ‘El Caí’ y de Juana Sánchez ‘La Ratona’"

Este chozo era visitado por pescadores y compradores que arribaban a la lonja para negociar el género marino que los barquillos conileños  pescaban en nuestras costas. Además era frecuentado por personal municipal y por turistas, sobre todo en verano. La familia que llevaba este establecimiento desde el primer momento se dedicó a poner en su menú principalmente pescado, bien frito o a la plancha, ya que se encontraban en un sitio privilegiado para obtener  el producto más fresco que ofrecer a sus clientes. Sin duda, la reina del menú eran las sardinas asadas.

El chiringuito que en sus inicios era de caña, madera y nea poco a poco se fue especializando en la elaboración de  las sardinas más frescas y sabrosas de la  comarca de la Janda. Su dueño era un buen aficionado al fútbol y, sobre todo, un hincha del Real Madrid. En su local se reunían muchos seguidores del equipo merengue. Estos entablaban tertulias improvisadas sobre cómo iba su equipo en la liga de fútbol. Estos aficionados ya de broma cuando un amigo o familiar les preguntaban hacia donde iban, estos contestaban al “Bernabéu”, de ahí el sobre nombre de este chozo.


Cuando yo era pequeño visitaba este chiringuito a menudo en feria. Algunas tarde de las fiestas patronales acompañaba a mi padre en la misión de regar con el camión de bomberos municipal el albero de la plaza de toros portátil que se montaba dentro del terreno de juego del campo de futbol de Los  bateles.

Cuando terminábamos de regar el coso taurino, casi siempre íbamos al “Bernabéu” a tomar algo, mi padre se tomaba un café y yo una Mi rinda. El dueño nos saludaba y a continuación comenzaba a hablar del desarrollo de los partidos de futbol que se habían jugado. Después entrabamos haber la corrida de toros, ya que a mi padre le regalaban entradas. Allí conocí a algunos toreros famosos como El Niño de la Capea, Paquirri y algunos más que no me acuerdo de sus nombres.

El domingo de feria por la mañana también acudía al chozo, para presenciar el concurso de tirada al plato que se realizaba tras el campo de fútbol.

Cuando terminaba el concurso, iba junto a mis amigos a recoger los platos que no se habían roto. Estos se los entregábamos a los organizadores del tiro al plato y nos invitaban en el chiringuito a refrescos.

Son muchos los buenos  recuerdos que guardo de este emblemático establecimiento. En el año 1988 hice un curso de electricidad por el INEM en la antigua lonja de pescado que duró unos nueve meses. Durante ese tiempo estuve desayunando y tapeando en el chozo de las sardinas asadas junto a otros alumnos de mi curso y del curso de cerámica y del de mecánica del automóvil que allí se daban.

Durante casi medio siglo ‘El Chozo del Caí’ siempre ha estado presente en el corazón de los conileños y foráneos, que han sabido disfrutar de la hospitalidad y amabilidad de Manolo Ureba ‘El Caí’ y de Juana Sánchez ‘La Ratona’.

Hoy en día el encanto de este chiringuito perdura de la mano de sus  hijos, nietos  y de su yerno Chano Castillo, un joven que es un buen relaciones públicas y un buen gestor, que con su simpatía y su buen hacer sigue manteniendo viva la llama que mantiene el encanto del ‘Chozo del Caí’  para que perdure a través de los anales de la historia. 

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