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Sábado 09/11/2024
 

Arcos

Pasión por las profundidades

Adrián Rivero es buzo profesional y ecologista afincado en Arcos

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  • Adrián Rivero, buzo profesional y ecologista. -

Adrián Rivero es un grancanario afincado en Arcos desde hace casi veinte años, de profesión buzo profesional –desempeña su trabajo en buques atracados o fondeados en la Bahía de Algeciras–, amante del medio ambiente, padre de dos niños, persona activa y muy agradable, aspecto de la personalidad ligado al carácter de su tierra natal. Con él hablamos de su experiencia en Arcos y de su trabajo, sin duda poco común.

 Adrián, ¿cómo te hiciste buzo profesional? Supongo que el hecho de haber nacido y criado junto al mar te habrá influenciado y mucho.

– Pues no fue hasta que llegué a Cádiz en 2009 cuando me planteé formarme como buzo profesional (o también llamado buzo comercial), aunque ya era buceador deportivo desde los 20 años. Crecí en una zona rural, a unos 20 kilómetros de la costa, y aun así desde pequeño me atraía mucho el mar. Mi madre me apuntó a natación muy pronto y recuerdo ir muchas veces con mi padre a un muelle de escolleras para saltar al agua desde allí una y otra vez. De hecho prefería las zonas profundas desde las rocas antes que la orilla de la playa. La de buzo es una profesión desconocida.

¿En qué tareas trabajáis habitualmente? En tu caso en una empresa privada especializada…

– Actualmente la empresa donde trabajo está especializada en el mantenimiento naval subacuático, inspecciones de buques, pulidos de hélices, limpieza subacuática y reparaciones que a veces incluyen corte y soldadura. Aunque los ámbitos del buceo profesional son amplísimos. Embalses y pantanos, depuradoras, desaladoras, centrales térmicas, nucleares, piscifactorías, salvamento de buques, infraestructuras (obras, puertos, túneles etc). Como bien dices es una profesión muy desconocida aunque esencial para la instalación y el mantenimiento de gran cantidad de servicios e infraestructuras de las que dependemos a diario. Desde el abastecimiento de agua para consumo humano, pasando por la depuración de aguas, el cultivo marino (piscifactorías), transporte marítimo, petróleo, gas…

Y un trabajo no exento de riesgos… ¿En qué situaciones te has visto en este sentido? Creo además que has tenido alguna mala experiencia con un compañero en apuros…

– Cualquier trabajo entraña riesgos, aunque es cierto que en el caso del buceo profesional estamos inmersos en el medio acuático, que de manera natural es incompatible con la vida humana. Esto implica que ante cualquier complicación o problema hay que añadirle ese factor que no existe en otras profesiones. Aunque personalmente he tenido algunos “sustos”, ninguno ha ido más allá de un corte, golpe o contusión. Sí que recuerdo una noche que mientras un compañero –y amigo– realizaba el pulido de una hélice le escuchamos decir por las comunicaciones “¡que me ahogo! ¡Que me ahogo!”, y un segundo después en la cámara y comunicaciones de su casco sólo se veía y escuchaba el borbotear del agua. Se había quitado el equipo y había salido a superficie en apnea. Recuerdo que fueron unos minutos horribles hasta que le vimos salir, y que después nos dejó a todos en silencio durante horas, antes de poder reanudar el trabajo. También perdí amigos y compañeros mientras trabajaban para otras empresas. Sin duda es la peor cara de la profesión y en la mayoría de los casos sabiendo que se podían haber evitado.

 ¿En qué situación se encuentra tu sector? ¿Está considerado el trabajo de buzo?

– En este sentido, hoy en día hay medios y procedimientos para llevar a cabo las operaciones de buceo de manera bastante segura (aunque conlleva mayor logística y medios humanos y materiales), lo que sucede es que la cultura empresarial en España (es la que conozco en primera persona) no siempre, pero suele anteponer las cifras económicas a la seguridad en el trabajo. Por suerte eso va cambiando poco a poco y no todas las empresas mantienen esa visión. Quizás falta más vigilancia y control en el cumplimiento de las leyes y normas que regulan el buceo profesional. Así como formación necesaria para el personal encargado del hacer cumplir las mismas, (Guardia Civil, Inspección de Trabajo…) En cuanto al reconocimiento de la profesión, gracias al incansable trabajo sindical de algunos compañeros y de una parte del sector empresarial, desde el año 2016 estamos acogidos al Régimen Especial del Mar (REM), ya que antes podían contratarte por el convenio del metal o el de la construcción, que poco o nada tenían que ver con nuestro trabajo. Además, hace poco más de un año se nos reconoció un coeficiente reductor (para adelantar la edad de jubilación) que aunque muy escaso (con 30 años de trabajo reduciría cuatro años y medio), es un primer paso para intentar que se reconozca una jubilación digna a una profesión de riesgo como esta.

Háblanos de tu vida en Arcos, ¿por qué te afincaste?, ¿qué opinas de la ciudad?, ¿cuál sería tu principal recuerdo?

– Empezaré por la última pregunta. El primer recuerdo es cuando vine por primera vez a Arcos de vacaciones en el año 2004, coincidiendo con la Feria de San Miguel. La que por entonces era mi pareja es arcense, y vivía en Gran Canaria. Vinimos con unos amigos a pasar unos días por aquí y nos encantó el pueblo y la alegría y el cariño con el que nos trataron. Con el paso de los años seguía viniendo de vacaciones, y al nacer mi hijo Gael pensé que el entorno y la forma de vida arcense, cercana, alegre y tranquila, era un buen lugar para crecer. Al año y medio de su nacimiento ya estaba hablando andaluz. Vinimos para quedarnos en diciembre de 2009 y en 2011 nació Naim, mi segundo hijo. De todos estos años tengo muy buenos recuerdos y he tenido la suerte de conocer a gente estupenda y muy reivindicativa. Hubo unos años muy activos política y socialmente en los que surgieron movimientos sociales diversos, como la asociación de desempleados Rafael Pérez del Álamo, la asociación Delta, la agrupación de electores Ganemos Arcos y también la asociación ecologista-medioambiental AMA-Natura.

Desde tu llegada a Arcos te ligaste con la causa ambiental a través de la acción social y, en concreto, con la asociación AMA Natura-Ecologistas en Acción. ¿Cuál ha sido tu experiencia y aportación?

– Recuerdo que un día, al pasar por el puente de la presa y mirar hacia Arcos, pude ver una nutria en el río, justo por debajo la Fuente del río. Me quedé literalmente pasmado ya que en Canarias al no tener ríos tampoco tenemos ese tipo de fauna. Cada vez que pasaba por allí volvía a mirar, y a los pocos días lo que encontré fue una retroexcavadora en el mismo lugar donde había visto a la nutria, desbrozando toda la margen derecha del río. Pensé que algo estábamos haciendo mal, que al río no se le daba la importancia y el valor medioambiental que merece y que en cierta manera, se le maltrataba sin que nadie dijera nada. Comenté este hecho con varias amigas y amigos que posteriormente seríamos los que con la ayuda de antiguos componentes de la Asociación Medioambiental San Antón, nos animamos a constituir la Asociación Medioambiental Arcense ‘Natura’. A partir de entonces empezamos poco a poco a aportar cada uno su granito de arena en función de los conocimientos que teníamos. Empezamos con una jornada de avistamiento de aves, gracias a un compañero ornitólogo, luego un proyecto muy bonito con colegios de Primaria para la decoración, colocación y seguimiento de cajas nido, charlas sobre energías renovables, uso del agua, la ya emblemática jornada participativa del ‘Flete al Guadalete’ e infinidad de denuncias elaboradas por las compañeras abogadas. Todas ellas experiencias muy enriquecedoras sobre todo en lo personal

¿Cuál sería tu reflexión sobre cómo tratamos el planeta y el horizonte que se abre con el cambio climático aún negado por una parte de la sociedad?

– Aunque casi siempre intento ser optimista, creo que las medidas que se van implementando casi siempre llegan tarde. Además creo que aún falta una importantísima labor de concienciación y acción a todos los niveles. Generalizar es injusto porque hay muchas personas realmente concienciadas y que trabajan duro para minimizar el daño que causamos los humanos y para exigir que al menos se cumplan las directrices, leyes y normas que ya existen. Pero el sistema capitalista en el que vivimos (crecimiento económico es más producir/consumir en una rueda que se cree infinita), apenas deja tiempo para la reflexión sobre los límites de los recursos naturales del planeta, sobre la necesidad de cuidarlo y hacer un uso responsable no sólo del agua (imprescindible para la vida), sino también evitando el consumo de productos innecesarios o muy contaminantes. Decrecer, intentando consumir y necesitar cada vez menos en lugar de dejarnos llevar por la creencia de que es más feliz el que  más tiene.

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