Los intentos de Mikati -designado primer ministro el pasado 25 de enero- para formar un gabinete no han dado resultados hasta ahora a pesar de que estará formado solo por los grupos que lo llevaron al poder, ya que la coalición presidida por el primer ministro en funciones, Saad Hariri, anunció que no participará en él.
Hariri, el jefe de Gobierno saliente, tardó casi cinco meses en formar su gabinete, por problemas parecidos a los que está encontrando ahora Mikati.
"Esperamos que no tengamos que rezar la oración de los muertos", dijo recientemente el jefe del Parlamento, Nabih Berri, que lidera el grupo chii Amal, aliado de Hizbulá, y quien espera que todo se resuelva después de que pase la Semana Santa.
Sin embargo, esta posibilidad no es corroborada por sus aliados y rivales políticos, que creen que no hay indicios para la formación del gobierno debido a las desavenencias existentes y a la situación que prevalece en la región.
Uno de los mayores escollos reside en los propios aliados de Mikati, que no se ponen de acuerdo sobre el reparto de las carteras, en especial las que consideran estratégicas, como Interior y Defensa, y tampoco sobre el número de ministros que tendrá el gabinete y cuántos le corresponderá a cada uno ellos.
No hay que omitir, sin embargo, las interferencias extranjeras, en especial sirias, cuyas autoridades controlaron este pequeño país durante casi tres décadas.
"Si el problema fuera interno, se habría encontrado una solución a la libanesa (un compromiso), pero este problema es más bien externo debido a las presiones que ejercen sobre el país las potencias extranjeras", dijo a Efe Usama Nasrala, profesora de la Facultad de Periodismo de la Universidad Libanesa.
Para Hyam Mallat, profesor de Derecho en la Universidad San José, el hecho de que no se formara un gabinete hasta ahora se debe a "consideraciones locales, regionales e internacionales".
En el plano local, "la nueva mayoría (liderada por Hizbulá), que no representa a todo el Líbano, no se pone de acuerdo sobre la atribución de las carteras y la elección de quienes las ocuparán".
Pero el mayor problema es "el programa gubernamental que deberá adoptar (Mikati), y esto podría constituir un desafío a la comunidad internacional, si rechazan los compromisos del Líbano, entre otros hacia Tribunal Especial", que deberá juzgar a los autores del asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri y crímenes afines.
"Aunque todos aseguran que no hay interferencias extranjeras en la formación del Gabinete, es obvio que lo que sucede en algunos países, en especial Siria y Arabia Saudí, se repercute en el Líbano", agregó el profesor Mallat a Efe.
En una columna de la revista semanal Magazine, el analista Paul Jalife cree que la actual situación en el Líbano es "peor a la de una nave sin capitán en medio de una tormenta".
"El país navega a una zona de turbulencias de altos riesgos, en un contexto regional explosivo", escribe Jalife, quien señala que lo más grave es que los responsables no se dan cuenta del mal que están haciendo.
"Los que apuestan sobre los cambios regionales o la usura de sus adversarios locales para mejorar sus posturas deben comprender que la gravedad de la situación no soporta mas maniobras y que el tiempo perdido no puede ser recuperado", agrega el analista.
En el plano de la seguridad hay un deterioro notable como las construcciones ilegales, el secuestro de siete turistas estonios, el atentado contra una iglesia en Zahle, la multiplicación de robos y los motines en la cárcel de Rumieh.
A esto hay que agregar la situación socio-económica de la población, cuyos salarios están congelados desde 1996, lo que puede desatar la inestabilidad social.
"Lo más peligroso para la estabilidad del Líbano son las tentativas ocultas de mezclar el país con la crisis que azota Siria, lo que podría exacerbar aún más las tensiones interlibanesas", previene Jalife.