Por mucho que Winehouse bromeara en sus canciones sobre sus problemas con la bebida, la situación ha llegado a un punto que no admite risas. Su salud está muy deteriorada y no puede permitirse más excesos.
Los médicos de la clínica londinense The Priory, donde Winehouse está ingresada para rehabilitarse por enésima vez, se lo han dejado claro. Se trata de "su última oportunidad", si no deja el alcohol, morirá.
Según afirman fuentes de The Sun, "los médicos se han puesto serios con ella por lo grave de su situación. Es una dura realidad pero tiene que escuchar lo que le digan".
Su padre Mitch Winehouse y su novio Reg Traviss "están muy preocupados por ella" y quisieron estar presentes cuando la cantante recibió este diagnóstico. Pero por mucho apoyo que le brinden, la fuerza de voluntad debe venir de Amy.
En anteriores ocasiones, era Mitch quien convencía y acompañaba a la joven para que recibiera ayuda médica. Pero "esta vez, ella ha decidido personalmente ingresar y quiere superarlo por sí misma".
Amy ya se sometió a rehabilitación en varias ocasiones entre 2007 y 2009, pero volvió a caer en sus adicciones. Esperemos que esta vez la advertencia de los médicos la prevenga de volverlo a hacer.