Los partidarios de José Tomás sólo ven por él. Hoy en Linares primaba la impaciencia por verle, en los alrededores de la plaza, antes de empezar la corrida, y no se diga cuando le tocaba torear en uno de sus dos toros.
Todos los detalles de la tarde se centraban en el de Galapagar: el vestido rosa palo y oro que traía a la memoria a "Manolete" en el sesenta y cuatro aniversario de su muerte en este mismo lugar; el pasodoble que pondría fondo a sus faenas, naturalmente el que recuerda por su nombre al mito cordobés.
Partidarios a toda costa, algunos en la frontera del fanatismo, y sólo así se explica que pretendieran devolver el quinto toro sencillamente por manso, instigando insistentemente "al palco", que por supuesto no transigió.
Ya está dicho que todo giraba en torno a José Tomás. El mundo entero que había acudido a Linares andaba pegado a él de una manera y otra.
Al final los más decepcionados criticaron lo que podría ser su desmesurado caché. En el otro extremo, los resignados, cuyo argumento era: "JT, el torero más barato porque no es lo que se lleva sino lo que trae". Y efectivamente, Linares y su comarca hoy fue una locura en bares, restaurantes y hoteles.
Y volviendo al ruedo, lo que se puso de manifiesto es que el verdadero problema de Tomás esta temporada está siendo encontrar una ganadería acorde con lo que necesita. Lo de Núñez del Cuvillo le está pasando factura. Porque la realidad es que no le están embistiendo los toros.
De los seis de "Las Ramblas" de hoy, el único que se movió con cierta clase fue el tercero, que fue para el compañero Curro Díaz, quien terminó haciendo el toreo más bello y hondo de la tarde.
Díaz le hizo sombra al ídolo, y hasta el punto de protagonizar una espeluznante voltereta, pasaje que a priori parece destinado sólo Tomás, aunque lo más fácil es que el guión no se cumpla en estas situaciones.
El caso es que Curro Díaz cortó las dos orejas y salió a hombros, mientras Tomás tuvo que conformarse con un trofeo del quinto por una faena sólo compuestita en la que hubo un par de tandas al natural antes de que el toro se negara completamente.
No sirvió ese ni ese toro quinto ni el anterior, mansos y deslucidos, consecuentemente pitados.
Pero en el haber de Tomás hay que hacer notar los lances a la verónica en el recibo al segundo toro, de mucho asiento y exquisita enjundia, de pierna adelantada para ir ganándole terreno en cada lance al toro. En éste apenas unos pases aislados, mas sin poder profundizar por culpa del toro.
Anduvo mal con la espada en el primero, y muy bien en el otro. En resumidas cuentas no pasó nada del otro mundo, ni para bien ni para mal.
Otra oreja en la tarde fue para Juan José Padilla en el cuarto, por una faena bullidora de pases de todas las marcas que decían los revisteros antiguos. El toro, aplomado, le costaba desplazarse, y ahí el mérito del torero haciéndole pasar.
El que abrió plaza, noble y cortito de embestida, no sirvió en absoluto. Tampoco el que cerró la tarde, con el que Curro Díaz apenas pudo estar en los detalles.
En realidad, la corrida no cumplió loas expectativas.