El verano transcurre percibiendo en el horizonte su final, y con él nos damos de lleno en el inicio de la Liga, por lo cual el rito anual de pagar nuestros abonos y contribuir al Racinguismo, se hace imprescindible.
En unos días, pasaremos por las oficinas del estadio y veremos al fondo del despacho al ínclito Fernando Soto, circunspecto, hierático, diplomado en octavo de galleguismo y con todos los masters cuvilleros realizados.
Cuando atisbemos su sombra tocaremos el dintel de la puerta tímidamente, sin perturbar en lo posible el estado de animo del “monstruo de Santa Clara“.
Le saludaremos a la japonesa, casi sin mirarnos y sin roce, por supuesto, esbozará una mueca, no podrá llamarse sonrisa (no fue nunca Miliki, Fernandín) y la computadora trabajará y sacará los abonos familiares.
La computadora llamada popularmente “la sotina”, hecha a las falanges de Fernando, podrá resucitar a Jobs, que ella le hará la peineta, pero si su amo pestañea se abrirá como flor en primavera.
Y luego el misterio de su sillon, ése que solo aguanta las posaderas con adn Fernando, aquel en el cualquiera que se posa, cae a las profundidades, a las catacumbas de Valdelagrana, concretamente Diego Patron, el jefe de prensa, podrá contar el expediente x y su caída a los infiernos, siendo recogido por el Barquero.
El sillón, la poltrona, según San Fernando, años de servicio a la causa común, el Racing Club Portuense, vamos, que se resfría y suspendemos el inicio liguero.
Para colofón y vuelta al rito. No faltará el socio que anualmente le pregunta a nuestro protagonista.
-¿Este año qué, hay buen equipo?.
El “monstruo” levantará con desgana la cabecita, arrancará una frase y soltará.
- No está malote.
Y los presentes le obligaremos a salir al tercio y desmonterarse. Vuelve el rito, se va agosto y otro año más, afortunadamente, estamos casi todos por aquí, que es lo importante. El reencuentro entre amigos, vecinos de localidad y enemigos, y otra temporada que seguimos viendo a Don Fernando Soto Márquez con su altruista trabajo al frente de la secretaria del club, el y su camiseta roja, te queremos.
PD: Alguno del nuevo departamento de incomunicación debería caer en el sillón y sufrir el suplicio de Tántalo, por sectario.