El Ayuntamiento de la localidad malagueña de Vélez-Málaga iniciará en el plazo de un mes las labores de cerramiento del entorno de la Fortaleza, la antigua alcazaba árabe de la ciudad, un recinto fortificado que data del siglo X, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) y considerado como uno de los más importantes del reino nazarí, cuyo entorno está siendo objeto de un proceso de recuperación y puesta en valor.
Así lo han anunciado este lunes en rueda de prensa las concejalas de Infraestructuras, Concepción Labao, y Empresa y Empleo, Lourdes Piña, quienes han anunciado que la actuación tendrá un plazo de ejecución de seis meses y un coste de 218.403 euros, aportados por el Fondo Financiero para la Modernización de Infraestructuras Turísticas (Fomit).
Los trabajos, según ha detallado Labao, aprovecharán los muros existentes en el perímetro del recinto, actuando sobre ellos y plantando especies vegetales en los tramos donde su altura es susceptible de favorecer la entrada de personas, mientras que las zonas donde actualmente no hay cerramiento se vallarán con una estructura de acero corten. Asimismo, se construirá una pequeña caseta de control de acceso.
Labao ha asegurado que esta actuación "es muy importante para el monumento, ya que nos permitirá controlar el acceso a la zona, que en numerosas ocasiones ha sufrido actos vandálicos, y realizar en el futuro diferentes actos", y ha señalado que se complementará con el Plan Especial Director de la Fortaleza, documento que definirá la protección y los usos permitidos en el entorno del recinto.
También Piña ha destacado la importancia que el cerramiento tiene para la zona, pues permitirá acometer nuevas actuaciones en el entorno, entre ellas la futura apertura de la torre del homenaje, que, tras tres décadas cerrada al público, se abrirá a través de visitas guiadas.
Localizada en el punto más elevado de la ciudad, a unos 80 metros sobre el nivel del mar y rodeada por un recinto amurallado del que se conservan varios paños, la Fortaleza se erigió en el siglo X, aunque su mayor protagonismo se produjo durante los siglos XIV y XV.
Con la invasión francesa, entre 1808 y 1810, fue reformada y dejó de tener una función militar, lo que derivó en su total abandono y consiguiente deterioro, llegando a ser empleada como vertedero, y a principios del siglo XX se transformó en cantera para materiales de construcción.
En 1967 el Ayuntamiento decidió reparar el recinto, de modo que tanto la torre del homenaje, que había desaparecido casi por completo, como su puerta de acceso fueron reconstruidas, aunque desde hace unos 30 años el acceso de vecinos y visitantes a dicha torre, de unos 16 metros de altura, no está permitido.