“Aquí, solo una alternativa es promovida y aquellos que se atreven a pensar en una opción diferente son etiquetados como enemigos”, aseguró Klaus, que recordó que “no hace mucho tiempo, en parte de Europa vivimos en un sistema que no permitía alternativas ni oposición parlamentaria”.
Acto seguido se produjeron abucheos y eurodiputados que se levantaban de sus escaños y abandonaban la sala para expresar su indignación ante un discurso que se preveía polémico y que no defraudó.
Incluso el presidente de la Eurocámara, Hans-Gert Pöttering, replicó al final a Klaus: “En un parlamento del pasado, probablemente usted no habría podido pronunciar este discurso”.
El líder checo, jaleado por los parlamentarios euroescépticos, se opuso a seguir profundizando en la integración europea y a dar más poderes al propio PE, tal y como prevé el Tratado de Lisboa.
“Temo que los intentos de profundizar en la integración y llevar decisiones sobre las vidas de los ciudadanos de los Estados miembros al nivel europeo pueden poner en peligro todas las cosas positivas que Europa ha alcanzado en el último medio siglo”, dijo.
Ayer, Klaus habló en Bruselas rodeado de símbolos europeos y se puso en pie para escuchar el himno de la Unión, pero no dejó de criticar la forma en la que se desarrolla el proyecto comunitario. Insistió en varias ocasiones en la necesidad de impulsar un “debate libre” sobre la idea de la integración europea y atacó el “dogma no criticable” que, a su juicio, se da en Bruselas respecto a la necesidad de seguir avanzando hacia una Europa más unida.
“¿Están ustedes seguros en cada votación, al decidir cualquier asunto, de que éste es el ámbito más justo y de que no lo sería uno más próximo a la ciudadanos?”, espetó a los eurodiputados.
En una conferencia de prensa posterior, Klaus fue aún más lejos y dijo que la Eurocámara carece de “autenticidad”, por lo que muchas de las decisiones que toman el PE y otras instituciones europeas deberían retornar a los Estados miembros.