Un espectacular teatro parlante. Las visitas guiadas al Retablo Mayor de la Catedral hispalense -que pueden disfrutarse desde el pasado mes de abril- constituyen un libro abierto y una oportunidad de oro para conocer de cerca (casi se puede tocar) el altar más grande de la cristiandad, que desde diciembre de 2011 está sumergido en un proceso de rehabilitación integral que se extenderá hasta marzo de 2014.
El Cabildo de la Catedral, una vez concluídos los trabajos más delicados de dicha restauración que han llevado un año a los técnicos, ha querido que este proceso conservativo del altar esté a la mano del público en general y no sólo de los 40 profesionales (de la empresa Ágora) que, subidos a un gran andamio de 28 metros de altura y siete de profundidad, lidian con los problemas de policromía, polvo y encarnaciones de las esculturas, relieves y mazonería de un retablo de 300 metros cuadrados que tardó en construirse 80 años. Así, el proyecto Veintisiete escenas del Retablo, impulsado por el Cabildo catedralicio, permite al visitante observar ‘in situ’ el minucioso trabajo de recuperación que los especialistas están realizando sobre el altar gótico para devolverlo a su estado natural.
En grupos de 15 personas y en tres pases diarios, las visitas -con coste cero- acceden a dos de los cuatro niveles del andamio en el que trabajan los técnicos. Durante algo más de una hora un guía explica detalles de la historia del retablo, así como de sus problemas de conservación que afectan principalmente a la policromía de las figuras. Todo ello mientras que los restauradores trabajan. Todo un lujo.
A un palmo
Gracias a esta iniciativa ‘activa’, el ciudadano puede ver cara a cara lo que antes tan sólo se podía apreciar desde el suelo. Quedan al descubierto todos los secretos escondidos por la obra ideada inicialmente en 1481 por el maestro carpintero Pyeter Dancant y concluída en 1565 cuando se terminaron de elaborar los laterales renacentistas.
La cercanía con el retablo es tal que se pueden apreciar los detalles más minúsculos de las escenas de la vida de la Virgen, Jesús y del Nuevo Testamento que introdujeron en el Siglo XVI los maestros alemanes Alejo y Jorge Fernández, así como parte de la gigantesca estructura portante del retablo, es decir, el esqueleto de madera del altar.
Tan próximo está el retablo, que incluso se pueden observar algunas de las ‘picias’ cometidas en anteriores restauraciones como la bolsa que le colocaron a uno de los apóstoles en la escena de la Última Cena pensando que era Judas, cuando el verdadero Judas se encuentra enfrente, pero con la bolsa colgada a su espalda. El resultado, ahora la última Cena del retablo hispalense tiene 'dos Judas'. Detalles que merecen la pena y, además, gratis.