En la primera jornada Ruymán vio la roja directa en Murcia; en la segunda, en casa ante el Sporting de Gijón, fue Jorge Larena quien dejó al equipo con uno menos tras ver dos amarillas; y en la tercera, en Alcorcón, el infantil calentón de Ezequiel causó otra roja directa que, como el propio Sergi analizó, provocó el suicidio del equipo cuando el Recre, aún perdiendo por la mínima, estaba siendo mejor que su rival.
A roja por partido, además de trece amarillas, es el paradójico balance de las tres primeras jornadas del campeonato para un equipo en cuya filosofía impera la posesión de balón y la paciencia en la elaboración. Pero en esto de la alta competición de fútbol, esto es necesario, pero, ni de lejos, suficiente.
A la virtud con la pelotita hay que sumar otros muchos factores en los que el equipo de Sergi está demostrando estar demasiado verde en este inicio de campaña. Entre ellos, aprender a acabar con once. Porque el fútbol ha cambiado mucho desde aquel ‘mejor con diez que con once’ de Helenio Herrera. En un fútbol tan físico como el actual, jugar con uno menos es un lastre y obliga a un sobreesfuerzo donde la suerte toma demasiado espacio. El ejemplo de este domingo lo deja claro. El equipo perdía, pero tenía opciones. Ezequiel se autoexpulsa y el equipo lo siguió intentando... hasta que aguantó el cuerpo.
Así las cosas, Sergi y su equipo técnico tendrán que buscar un hueco en la agenda laboral de esta semana para recordar a sus muchachos que son el equipo con más expulsiones de la categoría y el segundo con más amonestaciones (sólo por detrás del Mallorca), y que para que su idea de juego bonito y efectivo tenga forma de puntos, hay que aprender a acabar con once.