La escritora alemana Sarah Lark (cuyo verdadero nombre es Christiane Gohl) ha presentado en Sevilla, en la librería Beta, la que es la primera parte de su nueva novela, ‘Las olas del destino’ y que se inspira en acontecimientos históricos que ocurrieron en la isla de La Española en una época marcada por los conflictos entre esclavos y colonos.
Conocida mundialmente por su triología de los Maoríes (‘En el país de la nube blanca’, ‘La canción de los maoríes’ y ‘El grito de la tierra’) esta versátil escritora, que lleva afincada varios años en la localidad almeriense de Mojácar a donde llegó como turista, ha firmado numerosos libros y con diversos seudónimos, siendo la equitación su producción literaria más profusa.
Ahora, en un encuentro con los lectores, presentó la primera parte de su novela centrada en el Caribe, en la isla allá por el año 1753, una novela romántica centrada en Deirdre, la hija de la inglesa Nora Fortnam y del esclavo Akwasi, que lleva una vida protegida en la plantación de su madre y de su padre adoptivo.
Pese a los orígenes poco claros de la joven, los muchachos de la isla beben los vientos por ella. Deirdre, sin embargo, no siente el menor interés por ninguno de ellos hasta que el joven médico Victor Dufresne pide su mano.
Tras una espléndida ceremonia nupcial, la pareja de recién casados zarpa hacia Saint-Domingue, en La Española. Los sucesos que allí acontecerán transformarán sus vidas por completo…
Como prueba, una conversación extraída de la novela:
“Como era la primera vez que navegaba, Deirdre observó llena de emoción que el barco zarpaba y se dirigía a alta mar mientras la orilla de Jamaica se iba haciendo más diminuta hasta desaparecer en el horizonte. Victor la había rodeado con el brazo para consolarla, pero para Deirdre era más fuerte el ansia de aventura que la pena por la despedida. Pasó el día en cubierta y celebró la presencia de los delfines que acompañaban la embarcación.
-Delante de La Española también verás ballenas -anunció Victor-. Van para celebrar la boda. Por fortuna son pacíficas. En caso contrario habría que tenerles miedo, son casi tan grandes como nuestro barco.
-¡Qué bonito que todos celebren las bodas! -exclamó Deirdre riendo-. Ay, Victor, desde que estoy contigo tengo la impresión de que toda mi vida es una gran fiesta”.