La figura de la mujer, de 17 metros de altura por 7 de ancho y de la que surgen y desaparecen los actores, es la pieza escenográfica principal de la obra, que La Fura dels Baus estrena en Bruselas el próximo 24 de marzo.
Àlex Ollé explicó en una entrevista con Efe los pormenores de su creación escénica para el espectáculo operístico que, tras su estreno en Bruselas, se verá en Londres y Roma y en 2011 en el Liceo barcelonés.
El público verá la espectacular muñeca en escena tras divisar en un vídeo la persona real que representa, Claudia, que desaparece cuando la pantalla se eleva, dejando atrás el mundo virtual y concentrándose en la gran figura, que introduce la historia en el mundo real.
Se trata, según explicó Ollé, de una obra que habla del miedo a la muerte y del fin del mundo, “muy grotesca –dijo–, con simbología pasada de vueltas, y nosotros hemos trasladado ese miedo a la muerte a lo físico y por ello hemos construido una persona real”, señaló Ollé.
En 1934, el bruselense Michel de Ghelderode escribió La balade du Grand Macabre, un drama surrealista con acentos apocalípticos que se desarrollaba en Breugellande, un reino imaginario habitado por monstruos y campesinos pintorescos.
György Ligeti y Michael Meschke adaptaron esa pieza de teatro para la ópera y utilizaron el lenguaje absurdo, obsceno y poético de Ghelderode para crear una obra lírica mórbida e hilarante a la vez, inspirada en el mundo imaginario de Hieronymus Bosch y Pieter Brueghel. De ese lenguaje bruegheliano, Ollé ha tomado la idea de que de los ojos de la muñeca salgan actores, los habitantes de Breugellande, y de su ano vísceras.
El cuerpo de la muñeca “gira 360 grados en escena y depende de su posición, de si está de lado o de cara se ve una cosa u otra”, señaló.
En una de las escenas, cuando la giganta muestra su parte trasera, se ve cómo de ella salen los intestinos, que caen a las tablas y se convierten en el trono del Príncipe Gogo.
“Hemos ido a favor de la propia obra, del humor y de los universos surrealistas de los pintores flamencos”, dijo Ollé, para una ópera que el propio Ligeti calificó de antiópera.