Resulta casi imposible inculcar a los miles de gaditanos que pescan desde barcas, cantiles y balcones que la pesca es un deporte, y como tal, tiene normas, reglas y una serie de requisitos. Pero para eso existe gente como Jesús Vargas, un experimentado pescador gaditano que tiene como lucha personalísima y desde hace más de diez años el hecho de crear una escuela de pesca.
Vargas, gaditano del año 70, ha sido campeón de pesca en todas las modalidades imaginables y prueba de ello es que ha sido campeón provincial en agua dulce de ciprínidos por equipos, campeón Provincial en la modalidad de embarcación fondeada, campeón de Andalucía en embarcación fondeada en la liga de clubes, campeón de Andalucía en la modalidad de corcheo, Medalla de bronce en el Campeonato de España de corcheo o Medalla de plata en el Campeonato de España de embarcación fondeada, a modo de ejemplo.
Por ello clama, desde hace ya una década, por una escuela de pesca en una ciudad en la que habiendo miles de pescadores, solo hay unos 80 federados, con su licencia, seguros, y demás requisitos en orden. No en vano, ha pedido la creación de la citada escuela a todos los entes y administraciones que se le ha antojado competentes, entiéndase Junta, Ayuntamiento, Autoridad Portuaria o Diputación, y ahora no ceja en su petición.
Por ello, y debido a que lleva su vida entregada a la pesca, quiere concienciar a todos de que la pesca es un deporte, y nada mejor que inculcar tal concepto a los jóvenes alumnos desde una escuela que se le antoja tan útil como necesaria. Vargas cuenta con una tienda de artículos de pesca en la Barriada de la Paz, concretamente en la calle Brigadier Tofiño, negocio que abrió tras dejar atrás una etapa de acuicultor en Pescanova, y desde allí, con los lazos que le unen a los clubes gaditanos, siempre está organizando cursos y seminarios para los más jóvenes, aunque confiesa que “lo más difícil es conseguir inculcar a los niños que esto es un deporte”.
Toda una vida de aparejo en aparejo
Jesús Vargas, ahora con negocio de pesca abierto al público y con patrocinadores como las cañas de alta competición las Awa-shima y FTI, está vinculado a la pesca desde los cinco años, cuando iba con su padre y su tío a la Punta de San Felipe. Recuerda su primer pescado gordo, “un borriquete de tres kilos cogido en el balconcillo”, señala este pescador que, sabedor de, por ejemplo, “que los pescadores pueden llevar un máximo de dos cañas y tres aparejos por caña”, no ceja en su empeño de que los niños deben concienciarse antes de conocer las técnicas de pesca.
