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El 'Carcelero de Amstetten' niega los cargos de asesinato y esclavitud

Josef Fritzl se sentó ayer en el banquillo de los acusados para responder por el encierro y las violaciones reiteradas a que sometió durante 24 años a su hija, en un juicio rápido con la víctima como único testigo de cargo y cuyo veredicto se espera el viernes.

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  • El austríaco Josef F. se cubre el rostro con un archivador en los momentos previos al comienzo de su juicio. -
  • Comienza el juicio contra el austriaco que encerró y abusó durante 24 años de su hija
  • Se declara culpable del cargo de incesto y ?parcialmente? del de violación
  • El jurado visiona parte de las once horas de vídeo con el testimonio de su hija Elisabeth
Josef Fritzl se sentó ayer en el banquillo de los acusados para responder por el encierro y las violaciones reiteradas a que sometió durante 24 años a su hija, en un juicio rápido con la víctima como único testigo de cargo y cuyo veredicto se espera el viernes. 

El martirio de Elisabeth y los siete hijos que concibió fruto de las violaciones de su padre llega así ante la Justicia austríaca entre una fuerte presión mediática y unas extremas restricciones informativas para evitar filtraciones de detalles escabrosos y proteger así la intimidad de las víctimas. 

Con traje gris claro y el rostro oculto por una carpeta azul que sostenía con manos temblorosas, Fritzl entró en la sala principal de la Audiencia Provincial de Sankt Pölten, en la que es su primera aparición pública desde que fue arrestado el pasado abril, tras destaparse el caso. 

Allí, el jubilado de 73 años escuchó el pliego de cargos contra él, que incluyen las acusaciones de esclavitud y asesinato, al entender la Fiscalía que es responsable de la muerte en 1996 de uno de los mellizos que concibió con su hija, una acusación que puede costarle una pena de cadena perpetua. 

Con apenas un hilo de voz, el acusado se declaró “no culpable” de estas dos imputaciones, aunque sí admitió las de “incesto” y “privación de libertad”, por el encierro al que sometió desde que nacieron a tres de los hijos que tuvo con Elisabeth (a otros tres niños los subió a vivir con él y su esposa). Con un ambiguo “parcialmente culpable” se refirió Fritzl a los cargos de violación y coacción grave. 

En su dramático alegato inicial, la fiscal Christiane Burkheiser describió al jurado la extrema humedad y la estrechez del sótano sin luz ni ventilación natural donde mantenía a sus hija e hijos-nietos. “Luz apagada, violación, luz encendida, moho”, indicó la fiscal para describir la rutinaria vida de Elisabeth. 

Burkheiser no sólo recriminó a Fritzl sus actos, sino que aseguró que “no ha dado muestras de arrepentimiento”. La representante de la Fiscalía recordó que los primeros nueve años de su cautiverio, Elisabeth vivió en 18 metros cuadrados, en los que quedó embarazada y dio a luz a 3 hijos. 

Para el primero de los partos, en 1988, contó por toda ayuda con “una manta no esterilizada, unas tijeras sucias y un libro de preparación al parto”, relató. 

Burkheiser responsabilizó a Fritzl de la muerte del bebé por ignorar las peticiones de ayuda de su hija ante los problemas respiratorios del bebé. “Eso es asesinato por omisión de auxilio”, recriminó al acusado. 

Por su parte, el letrado de la defensa, Rudolf Mayer, rebatió la imagen de Monstruo que, dijo, ha dado la prensa de su cliente y aseguró que lo que quería Fritzl era crear una segunda familia. 

Mayer recordó al jurado su obligación de atenerse a los hechos y de “dejar los sentimientos fuera” para que el proceso sea justo. 

Afirmó que si su cliente hubiera buscado sólo la satisfacción sexual, no habría tenido hijos con Elisabeth o los habría matado. 

Igualmente, argumentó que en favor de su defendido habla también el hecho de que el pasado abril llevara al hospital a la mayor de sus hijas-nietas, gravemente enferma, pese a saber de que eso destaparía la verdad de su doble vida. 

El resto del proceso y hasta la lectura del veredicto transcurrirá a puerta cerrada. 

Para decidir si Fritzl es culpable o inocente, los ocho miembros del jurado cuentan principalmente con el testimonio de la propia Elisabeth, grabado en 11 horas de declaraciones sobre sus 24 años de martirio, y del que escucharon ayer una primera parte. 

Ella será la única testigo en un proceso en el que se han negado a declarar la esposa y el resto de hijos del acusado.

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