El debate del Estado de la Nación de este martes sirvió para mostrar la cara y la cruz de una misma realidad, la de nuestro país, aunque también tuvo mucho de escaparate, para que el Gobierno mostrara sus nuevas medidas para salir de la crisis y para que la oposición le reprochara aquellas cuestiones que permanecieron silenciadas en el discurso del primero. Fueron, en cualquier caso, discursos complementarios, necesarios para hacerse una composición de lugar: la de un ejecutivo necesitado de buenas noticias que alentaran la moral del ciudadano y la de un congreso que puso nombre a aquellas cuestiones sobre las que ni siquiera pasó de puntillas el presidente del Gobierno en su discurso. Mariano Rajoy no tardó en sacar sus ases de la manga (reducción de carga fiscal a partir de 2015 y ventajas en favor de la contratación y la creación de empleo), así como con las debidas referencias a los indicadores económicos, con guiño incluido al “mérito de los españoles”. La oposición hizo primero una lectura crítica del discurso del presidente, sobre todo por su falta de autocrítica y excesivos autoelogios, para pasar, de la mano de Alfredo Pérez Rubalcaba, a recordarle que España tiene en estos momentos “menos empleo, más deuda y menos crédito” que cuando llegó el PP. A Rajoy hay que reconocerle la importancia de las medidas anunciadas ayer, pero también exigirle que no viva al margen de la cruz de esa realidad tan esperanzadora a la que se aferró.
Huelva
Cara y cruz de una nación
El debate del Estado de la Nación cumple como escaparate de medidas, reproches y realidades, a la espera de los resultados
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