El Papa fue acogido con gran calor por decenas de miles de luandeses, que desde el aeropuerto a la ciudad le aclamaron.
La jornada fue declarada festiva para permitir a la población recibir “dignamente” a un Pontífice, 17 años después de la visita de Juan Pablo II en 1992.
El Papa Wojtyla visitó Angola en un momento de calma, en medio de una guerra civil que dejó un país destruido. Ayer, Benedicto XVI se encontró una nación considerada la de mayor crecimiento de Africa (es la primera exportadora de crudos y riquísima en diamantes), pero con un 70% de su población viviendo en la miseria, unos servicios de educación y salud muy deficiente y con un 17% de analfabetos.
El Pontífice resaltó en un discurso ante el presidente, José Eduardo Dos Santos, y el cuerpo diplomático, que la paz ha comenzado a echar raíces en Angola y que ha llegado el tiempo de la esperanza en Africa.
“Vosotros podéis transformar el continente, liberando vuestro pueblo del flagelo de la avidez, de la violencia y del desorden, llevándolo por el camino de una moderna civil democracia”, afirmó el Papa.
El Papa oficiará hoy, sábado, una misa con los obispos, sacerdotes y religiosos locales en la iglesia de San Pablo, de Luanda y por la tarde se reunirá con miles de jóvenes angoleños.