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Jueves 14/11/2024
 
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Antequera

Presentada Soledad del Carmen, marcha procesional compuesta para la Virgen de la Soledad de Antequera

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(silencio, Solemne Soledad). Así termina la composición de música sacra para banda y coro opcional a cuatro voces mixtas que ha compuesto el antequerano Antonio Jiménez Palomo para la Virgen de la Soledad con motivo del 25 aniversario de la reorganización de la cofradía y que ha titulado ‘Soledad del Carmen’ y que presentó el pasado sábado en la Iglesia del Carmen en el último día del triduo de la hermandad que procesiona el Viernes Santo.

Antonio Jiménez Palomo nace en Antequera, en 1975, donde comienza sus estudios musicales a muy temprana edad en la Banda de Música y en el Conservatorio Elemental de la ciudad.Continúa sus estudios en la especialidad instrumental de Trompa en el Conservatorio Superior de Música de Málaga. Durante este periodo ingresa en la Orquesta Sinfónica provincial y en la Orquesta Joven de Andalucía. En el año 1997 obtiene el Segundo Premio en el Nivel Medio de Muestra de Jóvenes Intérpretes de Málaga.

Ha sido Profesor de Trompa y Música de Cámara en los Conservatorios Profesionales de Música “Manuel Carra” y “Gonzalo Martín Tenllado” de Málaga, “Ángel Barrios” de Granada” y “José Salinas” de Baza. Y ha ocupado plaza como Catedrático de Trompa en los Conservatorios Superiores de Música de Málaga y “Victoria Eugenia” de Granada respectivamente.

 

Y ahora, Antonio Jiménez Palomo suma a este impecable currículum esta obra, Soledad del Carmen, una composición con una duración aproximada de ocho minutos creada en Re menor, otorgando un fuerte carácter fúnebre que reconoce el carácter de esta cofradía.

Como apunta el propio autor, “La forma estructural se sale de una marcha clásica o común y la he dividido por fragmentos para así poder interpretarlos brevemente durante las salidas procesionales".

Antonio Jiménez Palomo, antequerano, es actualmente funcionario de Carrera como Profesor Superior de Trompa en la Banda Municipal de Música del Ayuntamiento de Málaga, así como miembro de la Orquesta Sinfónica Provincial. El sábado contó con la colaboración desinteresada de más de una veintena de músicos de gran experiencia del conservatorio superior de Málaga.

El autor ha hecho una aportación histórica a la cofradía que ha sido recibida con entusiasmo por la Junta Directiva. Una obra que quedará ya para la posteridad y que con la que su autor ha querido emular a los acompañamientos que ha llevado en los últimos años la imagen de Nuestra Señora de la Soledad.

Así, no falta el toque de tambor, que aparece en muchos momentos de la composición, y la intervención de una pequeña capilla en mitad de la obra, a la cual van sumándose poco a poco más instrumentos hasta volver a desembocar en modo menor.

Escuchándola uno experimenta que esta obra está hecha para Ella. Un toque de trompeta, que va apareciendo igualmente en diferentes puntos, ruega silencio ante los llantos y suspiros, de una Madre que pierde a su Hijo, todo ello, va escuchándose a lo largo de la composición a modo de acentos y mordentes.

Los textos están escritos en latín, y reflejan momentos bíblicos de la Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Como explica Antonio, La parte más elaborada de la obra es la descripción musical de la tormenta donde destaca su inestabilidad armónica con varios giros tonales, voces que se persiguen, todo esto sustentado por ráfagas de viento.

El texto del coro, que al principio de la obra anuncia la Pasión, en este fragmento describe: Y el Sol se oscureció y el velo del Templo se partió por la mitad. Y tras la tempestad llega la calma con el equilibrio armónico en la parte barroca de la obra, en la que por unos segundos nos podemos imaginar el imponente retablo de la Iglesia de Nuestra Señora Del Carmen. Acto seguido llegan los lamentos y el dolor. (verdaderamente, este es el hijo de Dios). El Consuelo y la Esperanza hace presencia con el fragmento de capilla hasta que volvemos a la resignación final y la Soledad de una madre que pierde a su hijo. El dolor más grande.

Y acaba, recordando ese momento en el que Nuestra Señora de la Soledad se va perdiendo por las oscuras y estrechas calles del Barrio de Carmen, dejando el rastro de un corazón triste y roto que late muy lentamente, y se nos manifiesta con las dos últimas notas de la obra.

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