Repartidos por Europa, desempeñando trabajos basura o haciéndose pasar por estudiantes extranjeros para no llamar la atención y pasar desapercibidos. Calculando el tiempo para la prescripción de sus delitos que les permita volver a casa sin causas pendientes. Esta es la cruda realidad de muchos etarras tres años después del cese definitivo de la violencia.
Según informan a Europa Press fuentes de la lucha antiterrorista, en Francia apenas quedan los principales dirigentes de la organización, un grupo reducido encabezado por el comité de dirección, 'Zuba', en el que figuran nombres como el de Iratxe Sorzábal o David Pla. Ellos han sido los responsables de las últimas decisiones adoptadas por ETA y entre ellas alguna tan trascendental para la historia de la banda como el final de los atentados.
Precisamente la ausencia de acciones violentas ha impulsado la dispersión por otros países europeos de los terroristas que aún siguen oficialmente integrados en la estructura de la organización y sujetos a su disciplina. Se trata de apenas unas decenas de militantes, según los expertos en la lucha antiterrorista. Italia, Bélgica y Reino Unido son algunos de los principales destinos.
La presencia en Francia tenía un carácter operativo por la cercanía con España, que era el lugar en el que se cometían los atentados, pero una vez decretado el cese de las acciones armadas son muchos los terroristas que --con el permiso de la dirección-- se han disgregado por el viejo continente evitando así de paso la presión cada vez mayor de las autoridades francesas.
A LA ESPERA DE QUE PASE ALGO
Las fuentes consultadas comparan la situación de estos terroristas con los denominados 'taldes de reserva' con los que contaba ETA cuando era una banda terrorista capaz de poner en jaque al Estado y no un famélico escuadrón mermado por años de operaciones policiales y obligado a fusionar aparatos por la ausencia de integrantes.
Se encuentran a la espera de que pase algo, dicen los expertos antiterroristas en referencia a una llamada de ETA o un acuerdo con el Gobierno, extremos poco probables en la situación actual.
En este escenario, la cruda realidad de quien en su día decidió cruzar la frontera para integrarse en las filas de ETA hoy pasa en muchos casos por calcular los años que restan para que prescriban sus delitos y poder regresar sin causas pendientes. Igual que los veteranos del autodenominado Colectivo de Exiliados a quien la banda levantó la prohibición de volver a sus lugares de origen tras años de fuga, principalmente en Sudamérica o el sur de Francia.
Pero mientras ese día llegue tienen que subsistir de alguna manera y las fuentes consultadas advierten que la debilidad de ETA también se nota en su economía. Estiman los expertos antiterroristas que prácticamente sólo los dirigentes en Francia siguen viviendo íntegramente con los fondos de la organización, pero sin permitirse ningún exceso.
DEBILIDAD ECONÓMICA
Quienes salen a otros países en ocasiones cuentan con un apoyo económico inicial de la banda o lo que les puedan mandar sus familiares. El resto corre de su cuenta y a quienes no les llega muchas veces se ven obligados a recurrir a encontrar empleo. En su mayoría son trabajos basura de carácter temporal donde puedan pasar desapercibidos. Otra forma de no llamar la atención es hacerse pasar por estudiantes españoles o incluso iberoamericanos.
Las fuerzas de seguridad del Estado han seguido practicando detenciones de etarras pese al cese definitivo. De hecho, tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional mantienen sus listas de terroristas más buscados. Figuran históricos de la organización como 'Josu Ternera', De Juana Chaos o Eciolaza Galán, 'Dienteputo' y actuales dirigentes como Sorzábal, Pla o Reta Frutos otros más jóvenes como Eneko Aguirresarobe, Mikel Barrios.
La última época de la banda registró un ritmo menor de atentados en comparación con épocas anteriores. Entre el periodo de cinco años que separan la ruptura de la tregua de 2006 y el cese definitivo de 2011 la banda asesinó a doce personas, las últimas en España fueron los guardias civiles Diego Salva y Carlos Sáenz. Posteriormente en Francia asesinaron al gendarme Jean Serge Nerin.
Quienes se integraron en los últimos años y no llegaron a cometer atentados tendrían que esperar menos tiempo para volver. En caso de que no tuviesen pendientes acciones de 'kale borroka', tan sólo tendrían que soportar una acusación por integración de banda terrorista (asociación de malhechores en Francia) por lo que la prescripción llegaría antes. Formar parte de la banda está penado con entre 8 y 14 años de cárcel por lo que la prescripción tendría un plazo de entre diez y 15 años, según el artículo 131 del Código Penal.
No obstante, las fuentes consultadas admiten que no sería el primer caso de etarra que vuelve y una investigación avanza aportando datos que le incriminan en alguna acción hasta entonces desconocida y es detenido de nuevo. Algo parecido a lo que les sucede con sus zulos, que no saben cuales están controlados por las autoridades y cuales no, lo que perpetúa el estado de parálisis de la organización.