Llegó al Betis como el salvador. La solución a todos los problemas para una situación insostenible en lo deportivo y en lo institucional, que se convertía en un terremoto con cada derrota que cosechaban los verdiblancos; y a veces sin que ello fuese necesario.
Pepe Mel se transformó en el remedio a la gran fractura social que se había producido en una entidad recién renovada en el consejo de administración y algo aliviada en la faceta deportiva tras los buenos números de Juan Merino a lo largo de su corta etapa al frente del conjunto bético.
Sin embargo, cual gaseosa, tanto la euforia inicial como los números que se presuponían con el regreso del madrileño al banquillo de Heliópolis; no siendo malos, han dejado una sensación de insuficiencia, tras lo sucedido sobre todo ante la Ponferradina el pasado domingo.
Y es que el beticismo le pide más a su equipo, al que ve en muchos casos, falto de fuelle y del juego rutilante que se le prometió, algo que sin duda, ha ido decayendo con el paso de las semanas.
Tanto es así, que a día de hoy, Mel calca los números de Velázquez (12 puntos en sus seis primeros partidos); eso sí, sin derrotas de por medio, aunque en estos momentos, el ascenso no sea directo.
