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Viernes 15/11/2024
 
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Jaén

Humildad en una noche con luz de farol y callada

En la salida desde Cristo Rey, en la calle San Carlos, esperaban centenares de personas que no quisieron perder detalle del paso del Santísimo Cristo de la Humildad

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  • Procesión en Silencio. -

Silencio en el interior de Cristo Rey y en las calles durante más de cuatro horas de procesión. Ayer, Nuestro Señor Jesucristo esperaba  crucificado en el fondo de la parroquia, atento a la lección catequética que los cofrades celebraban con respeto. Los hermanos de luz, penitentes, costaleros y los miembros de la Junta de Gobierno de la Hermandad  de Penitencia y Cofradía de Nazarenos de Silencio del Santísimo Cristo de la Humildad y María Santísima Madre de Dios celebraron ayer una procesión de penitencia solemne, recogida e íntima.

El hermano mayor de la Hermandad, Manuel Jesús Gordo, subió al Altar de la parroquia  y pidió a los hermanos que realizaran una manifestación pública de fe humilde, con respeto, sin mirar atrás, y en memoria de las víctimas del yihadismo. El sacerdote Julio Millán, ante los hermanos de luz arrodillados, rezó oraciones preparatorias antes del voto de silencio.

El símbolo de unión entre los hermanos, éste es, las cadenas que acercaban sus manos para realizar estación de penitencia, se dejó ver a través de la única luz que alumbraba un templo que quedó a oscuras: la luz de los faroles.

La parroquia de Cristo Rey abrió sus puertas a las 19:30 horas. Le esperaba una tarde soleada con calles llenas de jienenses que pudieron apreciar cómo la Cofradía del Martes Santo sembró recogimiento desde el primer momento en el que la humilde Cruz de Guía, salió a la calle San Carlos. Quienes esperaban, por respeto, no aplaudieron el caminar del crucificado. Un llamador recordaba el silencio que debía mantenerse ante Cristo Muerto en la Cruz y así en todo el itinerario.

Los 35 costaleros que llevaban al Señor de la Humildad fueron guiados por los capataces  Rafael Vera, Raúl Sigler y Ramón Palomo.  En su itinerario, el paso del Cristo apagaba la ciudad: oscura, humilde y callada ante el Señor.

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