Naciones Unidas declaró el 29 de agosto de 2009 el Día Internacional contra los Ensayos Nucleares a iniciativa del pueblo kazajo, que había sufrido en una de sus regiones, Semipalatinsk, cerca de la frontera con Siberia (Rusia), los rigores de las pruebas nucleares sin que la población fuera advertida.
Un día de verano hace 60 años, una gran nube blanca llegó hasta una aldea ("aul", en kazajo). Los niños, que estaban jugando, corrieron tras la nube gritando alegres "¡Paracaídas! ¡Paracaídas!".
Años después, ese inocente momento tendría consecuencias trágicas, porque la nube, que se parecía más a una seta que a un paracaídas, era el resultado de una explosión nuclear en la superficie, programada en el entonces campo de pruebas nucleares secreto de Semipalatinsk, noreste de Kazajistán.
Una de esos niños, que tenían entre siete y diez años, moría de leucemia años más tarde, mientras que su vecino desarrollaría a los 60 vitíligo (enfermedad de la piel de carácter autoinmune en la que los melanocitos son destruidos por el sistema inmunológico, dejando así de producir melanina y dando lugar a zonas de la piel con pérdida de pigmento).
Los médicos explicaron que era consecuencia de los ensayos nucleares realizados durante 40 años no muy lejos de esa aldea en las praderas de Kazajistán.
Semipalatinsk fue el único campo de pruebas en el mundo donde la gente siguió viviendo durante y después de las mismas.
La entonces Unión Soviética llevó a cabo el 29 de agosto de 1949 su primera prueba nuclear en Semipalatinsk. La potencia de esa primera bomba fue de 22 kilotones.
En total, desde 1949 hasta 1989 el campo secreto de pruebas en Kazajistán llevó a cabo al menos 468 pruebas nucleares.
Fueron esas explosiones las que crearon la contaminación radiactiva de toda la parte oriental de Kazajistán: aproximadamente dieciocho mil kilómetros cuadrados de "tierra de uranio".
Las autoridades soviéticas no advirtieron a los lugareños sobre las pruebas programadas.
Y la verdad sólo vio la luz después de la independencia de Kazajistán: la población había estado expuesta a la radiación, lo que generó enfermedades, muertes prematuras y enfermedades transmisibles.
Los datos recogidos por las autoridades soviéticas todavía son información clasificada.
Kazajistán, al igual que el resto del mundo, recordó este mes de agosto el 70 aniversario de los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki. Sin embargo, el mundo poco conoce la tragedia que el pueblo kazajo ha sufrido y sigue sufriendo.
Los estudios efectuados muestran que de los 18 millones de habitantes que tiene Kazajistán, 1,5 millones fueron sometidos a radiación.
El mundo conoció la verdad sobre el campo de pruebas nucleares de Semipalatinsk tras el nacimiento del movimiento antinuclear internacional "Nevada-Semipalatinsk", que tuvo como objetivo principal su clausura.
En 1989, un decreto del presidente kazajo, Nursultan Nazarbayev, cerró el campo de pruebas de Semipalatinsk.
La firma de dicho decreto marcó un precedente en la historia de la humanidad: una potencia nuclear abandonaba voluntariamente su programa nuclear.
Pero las consecuencias perdurarán durante al menos otro millón de años.
La tasa de radiactividad de plutonio necesita unos veinticuatro mil años para bajar a la mitad, por lo que el nivel de radiación de la "tierra nuclear" del campo de pruebas de Semipalatinsk tardará un millón de años en volver a la normalidad.
Por iniciativa de Nazarbayev, en 2009 la Organización de las Naciones Unidas declaró el 29 de agosto como el Día Internacional contra los Ensayos Nucleares.
De igual manera, el 29 de agosto de 2012 Nazarbayev lanzó el proyecto ATOM, una campaña que tiene como objetivo aumentar la conciencia mundial sobre las consecuencias de las explosiones y pruebas de armas nucleares.