El cofrade isleño Pablo Quijano Cabeza pronunció en la tarde de este primer domingo de septiembre, el XXIV pregón a la Virgen de la Salud, en una pieza cargada de emotividad y llena de denuncia de la situación social y de los valores cristianos.
Tras una función religiosa presidida por el párroco de la Divina Pastora, el Padre Luis Palomino Millán, y con el coro San Juan de la Cruz en la capilla musical, tomó la palabra el periodista Francisco Sánchez Zambrano para dar a conocer al pregonero. El presentador ya dio las pautas de lo que suponía el pregón para el pregonero y para la propia familia, ofreciendo un cargado recuerdo a María Dolores Sánchez Zambrano, procuradora de los tribunales, que dio todo un ejemplo de capacidad de sufrimiento y de fe a la Virgen.
Sánchez Zambrano mostró también la importancia del pregón para un pregonero, que de forma anecdótica omitió a la Virgen de la Salud en su libro Cristo Muere en La Isla y en su pregón de la Semana Santa isleña. Por tanto, la cita revestía numerosos atractivos.
Pablo Quijano Cabeza inició su intervención, definiendo y valorando la advocación de la Virgen de la Salud. No faltó la historia de la advocación en San Fernando, recurriendo a las investigaciones del historiador Fernando Mósig sobre la advocación, que dio lugar a una antigua capilla de la Salud.
Pero lo más destacado fue sin duda la denuncia del pregonero de la situación actual de la sociedad y del cristiano en particular. Un destallado análisis con reflexiones como “A veces da la impresión de que, somos cristianos porque lo fueron nuestros padres o por tradición; y no nos hemos tomado la molestia de valorar la posibilidad de dejar de serlo y profundizar, desde el corazón, porque lo somos.
El cristianismo nos parece algo tradicional, un elemento cultural que hay que conservar, como una antigüedad, molestándonos los cambios al hacernos pensar.
A veces, no poseemos el espíritu de Cristo, su sensibilidad hacia los necesitados, sino solo las costumbres externas, los cultos, las estaciones de penitencia, la liturgia, los pregones. Nos gustaría ser cristianos de verdad; volver a descubrirlo como lo hicimos, por primera vez, después de tantos años que le seguimos.
Nos hemos acomodado; hemos hecho del Evangelio un texto de conformismo, y a veces, hasta nos sirve para defender derechos y privilegios.
Tu, María, danos un corazón nuevo para amarte plenamente, a través de los sufrientes y necesitados. Entra tu en nuestros estrechos corazones, y ayúdanos a que seamos mujeres y hombres de salud para los demás, porque sabes bien que nos falta la salud: que esta, nuestra sociedad, no está saludable, que sufrimiento y necesidades, campan por sus fueros”.
Y la Salud alcanzó todo su esplendor cuando el pregonero denunció las carencias que tiene la sociedad y los isleños: “No podemos vivir, en autentica salud, si carecemos: de trabajo, de sentido de la vida, de alegría, de amistad, de amor, de esperanza, de cultura, de justicia.
¿Quiénes son y dónde están hoy los faltos de salud?. ¿Dónde nos esta faltando la verdadera Salud?
No existe verdadera Salud cuando va en aumento el número de personas atendidas por las organizaciones de ayuda y solidaridad. Por Caritas, por el Comedor del “Pan Nuestro”, por San Vicente de Paul, o por el Banco de Alimentos….. Medidores de la triste realidad que nos rodea.
No existe Salud cuando ya se superan los cuatro millones de personas que son atendidas en los 8.500 centros asistenciales que la Iglesia sostiene abiertos en España.
No existe Salud cuando, en La Isla, el 50% de las personas en edad de trabajar no tienen trabajo”.
La prosa se mezcló con vellos versos dedicados a la dolorosa de la hermandad del Ecce-Homo, sin que cesara el mensaje del pregonero, que también identificó Salud “con letra grande”, a “ los valores de la familia, de la amistad, de la solidaridad y de la defensa de la misma vida”.
No faltó tampoco el llamamiento para abordar el drama de los inmigrantes que huyen de la guerra de Siria y se acercan a Europa
Por último, el pregón volvía al origen de la presentación y al recuerdo de María Dolores Sánchez Zambrano 'Malole'. “cada vez estoy más convencido que cuando te llegó el instante en el que ya no necesitamos la salud, se vio cumplida, una de las oraciones, que fue santo y seña de tu existencia, entre nosotros: "Guíame al puerto salvo y feliz y al dejar esta vida llévame al cielo",
Cuando tu alma inició el camino hacia el beso de Dios, en el trance decisivo del paso de la vida terrenal a la vida eterna – fui testigo, junto a tus padres, de tu última dulce mirada y de tu último suspiro oración -, y agarrándote a la vida cumpliste fielmente, la letra de la Salve que tantas veces renovaste a sus plantas: “Mientras mi vida alentare, todo mi amor es para ti”, manifestó el pregonero, que ponía fin a una emotiva exposición.