El ocho de mayo de 2015, en el aniversario de la segunda guerra mundial, un artículo de El País se titulaba: "Tráeme un nazi a casa". Para los que no lo leyeron, fue una campaña que se hizo en España después de la II Guerra Mundial para dar refugio a los pobrecitos altos mandos, hombres de negocios, grandes asesinos en masa que corrían como ratas para salvarse del hundido régimen hitleriano. Quién podía negarse ante tan gran obra de caridad, claro que se les abrieron las puertas a esas gentes rubias, altas, con nombres extraños, que pedían alojamiento por un tiempo hasta buscar destino definitivo. Sudamérica, para los más recelosos, que querían despistar a sus perseguidores, dificultándoles la localización. La misma España, para muchos. El régimen franquista les acogió con los brazos abiertos y ellos pudieron construirse magníficas villas a pie de acantilado en la costa levantina o en la del Sol. Benalmádena, Fuengirola, etc, fueron disfrutadas antes por tan bellas personas que por el turismo sueco o el español. No era difícil perdonar tanta atrocidad, venían con los bolsillos llenos.
Otra cosa es el caso de Siria, cómo vamos a pagar eso, cómo vamos a asumir esa cantidad de personas que no para de ampliar la UE, gracias a la presión de organizaciones de ciudadanos que se ofrecen a abrir las puertas de su casa. No traen nada, hasta ahora lo único que han dejado son muertos en el mar y en las playas. Nuevos competidores por los puestos de trabajo.
En las noticias hablan de los cupos que nos toca acoger y nos preguntamos cómo, cómo vamos a asumir a esas personas.
¿Qué pueden preguntarse ellos? Ayer abría la puerta de mi carpintería y hoy tengo las llaves pero ni mi carpintería ni mi casa están, si hemos sobrevivido es de milagro, hay que salir de aquí. ¿Cómo, a dónde? Esas preguntas dejan de tener importancia cuando inician la guerra química y lanzan un gas que paraliza los músculos y te asfixia. No distingue a nadie, mata por igual aunque sea más difícil olvidar a los cientos de niños muertos.
Las grandes potencias, tras cinco años de guerra, amenazan con intervenir. Lo vemos lógico, hay que parar tanta atrocidad, pero yo siento escalofríos. ¿No han estado interviniendo desde el principio? EEUU, UE, etc, por un lado, Rusia, China y afines por otro.
La guerra ya dura cinco años, los sirios que quedan en Siria, arruinados. El resto, pidiendo refugio. Las potencias amenazándose mutuamente sin que se explique en los telediarios.
Busco en el diccionario “refugiar”: amparar a alguien que huye de una guerra o conflicto. Por si sirve para algo.
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Busco en el diccionario “refugiar”: amparar a alguien que huye de una guerra o conflicto. Por si sirve para algo
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