El aún secretario general de UGT, Cándido Méndez, será sustituido en el cargo durante el 42 Congreso Confederal del sindicato, entre el 9 y el 12 de marzo.
Deja a su espalda 22 años siendo la cara más conocida de uno de los dos sindicatos mayoritarios de España junto a CC.OO., una tarea que con la distancia ve "compleja y apasionante", y tras la cual reinvindica su "derecho a aburrirse" y pretende recuperar su vida privada y familiar. Para el sindicato siempre estará disponible, nada menos o nada más: "No quiero ser una sombra alargada y patética en UGT", asegura.
En su despacho en la madrileña sede de UGT de la calle Hortaleza, conocida por ser el antiguo convento de las 'Arrecogidas', Méndez concede la última entrevista a Europa Press como máximo responsable de UGT y asegura que, a partir de ahora, quiere "cortar" y dejar de "sobrexponerse" como lo ha venido haciendo.
Entre anécdotas sobre el pasado del edificio y de encontronazos en la calle, en sus largos paseos, con simpatizantes y detractores, Méndez hace repaso de los mejores y peores momentos de su trayectoria y de su evolución como sindicalista. Retazos que en parte se dejan ver en una estancia sencilla, llena de libros, objetos recuerdo de su andanza y cuadros que, en parte, tapan una grieta en la pared.
Méndez deja claro desde el primer momento que abandona la primera línea del sindicato porque, en un momento de cambio político en España y en el seno de la organización, también "es el momento de dar el relevo" en su dirección. "Hacen falta caras nuevas. Ese es el fondo de esta decisión", asegura.
No está detrás, asegura, el desgaste de los últimos años, en los que el sindicato se ha visto salpicado en polémicos casos como el de los EREs en Andalucía o la dimisión de su secretario general de UGT-Madrid, José Ricardo Martínez, envuelto en el caso de las 'tarjetas black'.
El ya histórico sindicalista no esconde que "efectivamente esa situación ha ocurrido", incluso "con muchísima agresividad contra la organización". "He pasado momentos difíciles, pero lo que puedo decir es que en el fondo eso me ha estimulado y esa sería la última razón por la que en la actualidad daría el paso que voy a dar", añade.
Tampoco siente que su trabajo al frente de UGT haya sido desagradecido. Aguas abajo, dice que "los momentos más agradables" han sido durante en sus visitas a las fábricas, en las que ha comprobado que "la organización se ha renovado más por abajo que por arriba", una razón más para renovarla "también por arriba".
En todo caso, Méndez ha desempolvado "incidentes", como el de aquel señor que le interpeló "diciendo que era cómplice de la ETA", o el de aquel otro vestido "con un abrigo verde" que decía "que era uno de los responsables de la catástrofe económica".
"Eso son situaciones muy amargas, pero en ningún caso han conseguido que me resigne o me acogote, al contrario, me han servido para reforzar mi convencimiento de que UGT está haciendo una gran labor a pesar de las dificultades", insiste.
"EL SINDICATO HIZO LO QUE TENÍA QUE HACER".
No obstante, Méndez admite que los sindicatos han pagado un peaje en la crisis, aunque sugiere que su papel no siempre se ha entendido bien. "Durante la época de recesión económica nuestra labor ha sido de resistencia, hemos tenido que resistir, y la política defensiva no tiene brillo, pero eso era lo que había que hacer", defiende, como también que "UGT ha dado una lección de cohesión en unas circunstancias en las que era una especie de objetivo a batir".
Lo dice desde la experiencia de un sindicalista que con los años, asegura, ha aprendido a ser "realista". "Cuando has pasado por situaciones tan diferentes y complicadas y has sometido tus ideas y principios a la piedra de amolar y a la zona de rozamiento...", deja caer, para entrar de lleno en la idea: "Creo que el movimiento sindical no ha renunciado a ninguno de sus valores, lo que pasa es que la ideología ha pasado por el realismo y eso nos lleva a ser muy cautelosos a la hora de generar falsas expectativas".
Por todo eso, Méndez aconseja ahora a los que vienen que ante una negociación o una huelga "es muy peligroso comparar los resultados con lo que querías, y es muy prudente con lo que tenías", o que "no se puede tener confianza ciega en una persona por mucha carisma que tenga".
Esto último dice que lo aprendió en la recta final del camino, en "el momento más duro" de su carrera, que fue cuando en 2014 supo que el histórico líder asturiano del sindicato minero SOMA-UGT, Ángel Fernández Villa, había regularizado 1,4 millones de euros en el marco de la aministía fiscal del PP. "Fue un momento muy duro", lamenta.
No así el haber logrado poner orden en el caso de la Cooperativa Social de Viviendas (PSV), avalada por UGT en 1988, y que tras un escándalo de estafa acabó dejando a UGT una deuda de unos 13.000 millones que hubo de sufragarse con cargo al patrimonio sindical. Méndez asegura que se impuso como "misión" al llegar a la máxima responsabilidad en el sindicato el solucionar la cuestión y que logró hacerlo, aunque "transcurrieron 15 años".
OTROS MALOS TRAGOS.
El líder sindical no escatima en autocríticas mezcladas con cierta autoindulgencia y revela que antes de afrontar la crisis el sindicato cometió errores de cálculo que luego tuvieron como consecuencia el despido de trabajadores.
UGT, junto a CC.OO. y CEOE, venía desarrollando antes de la recesión políticas de concertación social en las comunidades autónomas, a través de las cuales se responsabilizaba de cometidos que inicialmente correspondían a la administración, como programas de orientación y formación para parados. Con los recortes, estos programas cesaron en seco y dejaron en el sindicato unas plantillas "sobredimensionadas", en palabras de Méndez.
"Es falso que hayamos aplicado la reforma laboral, pero es verdad que hemos tenido que reducir plantillas que estaban dimensionadas en función de una serie de programas. Ahora ya lo estamos haciendo de otra manera, estamos renunciando a programas en función de esta dura experiencia", afirma.
Para terminar, el líder de UGT no se marcha sin recordar lo "complicados" que fueron los tiempos de la mayoría absoluta del PP de José María Aznar (2000-2004) y de Mariano Rajoy (2011-2015), y también aquellos de negociaciones con CEOE, durante la presidencia de Gerardo Díaz Ferrán, cuando, a su juicio, se pudo evitar la reforma laboral de 2010 del PSOE, si no hubiera sido porque "la patronal estaba absolutamente en contra de llegar a cualquier pacto porque estaba alineada con la oposición política".
Méndez deja la Secretaría General de UGT sin anhelar el haber estado en otra trinchera, ni de ministro de Empleo ni en otro cargo del Gobierno, como su antecesor en el sindicato Francisco Largo Caballero. A partir de ahora seguirá vinculado a la organización, sin desarrollar tarea alguna, pero "a su disposición".
"Hay que cortar y cuando se me necesite allí estaré. Pero debo recuperar mi privacidad y no sé qué voy a hacer; lo tengo que mirar y una vez lo sepa, no lo voy a decir porque si quiero recuperar mi privacidad sería un contrasentido", dice riendo.
Méndez, que esperaba despedirse con una situación política más clara, se retira "como quien se quita del tabaco, de golpe", dejando un Gobierno por hacer, una grieta en la pared sin arreglar y sin haber visto "a la monja fantasma" que dicen se aparece de vez en cuando por las estancias del convento.