El Olympique de Marsella sorprendió con el anuncio de que el técnico español Miguel González, Míchel, no volverá a sentarse en el banquillo del equipo al reprocharle su "comportamiento" en particular "estas tres últimas semanas".
A falta de precisiones sobre lo que eso significa, el entrenador madrileño aseguró por medio de su entorno que el club busca una justificación para no pagarle el año suplementario que tiene de contrato.
El club le destituye en vísperas de la decisiva semifinal que tienen que jugar este miércoles contra el Sochaux en Copa de Francia, el único trofeo que todavía puede lograr el equipo.
Y después de que el entrenador español mostrara en varias ocasiones su intención de cumplir el año de contrato suplementario que firmó, con la intención de preparar un equipo desde cero.
Michel, que se hizo con las riendas de Marsella en agosto pasado tras la espantada del argentino Marcelo Bielsa, deja al club en el puesto 15, a 6 puntos del descenso.
Según los medios franceses, el entrenador español no tiene buena relación con el vestuario, hace unas semanas el presidente ejecutivo, Vincent Labrune, ya recomendó su destitución y ha mantenido un enfrentamiento con el embajador deportivo de la entidad, Basile Boli, mito del Olympique y autor del gol que en 1993 les dio su única Copa de Europa.
Tampoco ha dejado un buen gusto en la prensa, que a través de los medios digitales desglosan hoy sus cifras al frente del Marsella.
En particular en el estadio Velódromo, donde no ganan desde el pasado 13 de septiembre y donde el público se ha convertido en un enemigo de su equipo, que ha cosechado 14 derrotas en su feudo.
Con Míchel al frente, el Marsella ha ganado uno de cada cuatro duelos, uno de los peores porcentajes de los técnicos del club y el peor del entrenador en toda su carrera.
La tarea del entrenador español no era fácil desde que se hizo con las riendas del club el 19 de agosto pasado.
Michel heredó un club convulso, sacudido por la turbulenta salida de Bielsa, el hombre que había enamorado a la afición pero que, en una de sus salidas sonoras, plantó a la entidad y a la ciudad.
Tras perder el primer partido de liga, el de Rosario alegó discrepancias contractuales con la dirección, dos días después de haber asegurado que todo estaba listo para la firma de su contrato.
Nadie se esperaba la salida del argentino, que dejó el listón muy alto a su sucesor. Sobre todo a ojos de los aficionados.
Míchel llegó dos jornadas más tarde con el mandato de proseguir el estilo de juego del argentino y mejorar su resultados, ya que el equipo no había conseguido la ansiada plaza para la Liga de Campeones.
Tras derrotar con un ilusionante 6-0 al Troyes, el equipo prosiguió por una fase muy irregular de resultados, aunque mantuvo la posibilidad de entrar en puestos europeos.
Pero pronto el estadio se convirtió en un calvario para los jugadores, que afrontaban temblorosos los duelos ante su público.
Michel tuvo palabras duras para los futbolistas, a quienes reprochó no tomarse suficientemente en serio el campeonato doméstico.
Tampoco se mostró contento con los fichajes que hizo el club en el mercado invernal de fichajes, aunque evitó criticar públicamente al presidente.
Eliminado de la Liga Europa por el Athletic de Bilbao, el equipo tampoco mejoró el rumbo en la liga. Una única victoria en los últimos 15 partidos de liga acabaron por dejarle sin opciones y pusieron al equipo pensando más en salvarse del descenso.
Evitarlo será ahora tarea de su adjunto, Franck Passi, que ya dirigió el segundo partido de liga tras la salida de Bielsa, a quien también secundaba.
Por delante, cuatro partidos y la Copa de Francia. "La situación es peligrosa y tendremos que afrontarla unidos. Tenemos que devolver el orgullo a los aficionados y, para eso, vamos a usar el corazón y el cerebro", afirmó Passi en su primera comparecencia ante los medios.
El club cuenta con el ascendente que tiene Basile Boli, un hombre que criticó las decisiones tácticas de Míchel y que se ha convertido en el coordinador deportivo del club.