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Miércoles 27/11/2024
 

Arcos

'Funeral'

" Y es que somos tan poquísima cosa, que entraría risa si no fuera por lo trágico, observar a la gente preocuparse por banalidades, en vez de vivir la vida lo mejor posible..."

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Ayer por la tarde estuve en el funeral de un conocido, en realidad era un familiar de unos amigos míos. Subí al cementerio para acompañar a la familia. Suelo visitarlo de vez en cuando. Los cementerios son lugares muy tranquilos entre semana. Más de una vez escribí algún artículo sobre este tema, y es que, siempre que asisto a un funeral o visito algún camposanto me da por pensar y reflexionar sobre la tan temida muerte.

El sonido de los pasos y el murmullo de la gente le trasladan a uno a un estado propicio para cavilar sobre mil cosas, todas relacionadas con lo mismo. Es un ritual antiguo, que se repite una y otra vez, miles de veces, millones y millones de veces. Muchas personas que acompañan al féretro y a los dolientes, aprovechan la coyuntura para visitar a sus familiares y amigos difuntos, hay quienes incluso rezan un poco, aunque son los menos.

Yo me doy una vuelta por las callejuelas, siempre hay algún nicho que se está sin flores, sucio y descuidado, ni siquiera se puede leer bien el nombre. Uno se pregunta quién estará ahí dentro, reposando la eternidad. Esos huesos están totalmente olvidados en un antiguo nicho, pero seguramente el que lo habita, hace muchos años era una persona llena de vida, con sus ilusiones, sus proyectos, sus amores y amistades. Mientras a los demás les traen flores y oraciones, de él no se acuerda nadie. Aunque al finado ya le importe poco todo, es triste. El olvido siempre lo es.
Yo lo tengo decidido desde hace mucho tiempo, el día que me muera, que me quemen y esparzan mis cenizas, grises como el cielo en invierno, por el mar, o por la sierra, me da igual. Poco me importará lo que hagan con mi cuerpo cuando ya no esté.

Y es que somos tan poquísima cosa, que entraría risa si no fuera por lo trágico, observar a la gente preocuparse por banalidades, en vez de vivir la vida lo mejor posible, porque a pesar de lo que digan las religiones, dudo mucho que pueda existir un más allá después de la muerte. Pero claro, cada cual que crea lo que le dé la gana. Yo los respeto a todos por igual, mientras que no intenten convencerme.
Si bien somos energía, y dicen los que saben de esas cosas que la energía no se destruye, sino que se transforma, seguramente mi energía se transforme en algo que no alcanzo a comprender y estará dando bandazos por los siglos de los siglos en el espacio exterior.
Millones de energías vagando sin rumbo alguno. En fin, quién sabe…

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