Los Amigos de San Miguel Arcángel, con motivo de su fiesta litúrgica, convocan a la santa misa celebrada por el Padre Eduardo Martín Clemens, en la Iglesia Parroquial de Santa Cruz, el 29 de septiembre de 2016, a las 20 horas, por las intenciones del Papa Francisco y de toda la Iglesia. Con esta noticia se invita a todas las personas devotas del Arcángel protector y a todos los fieles en general. Este es el segundo año que se celebra una misa en honor de San Miguel. El párroco de Santa Cruz, Eduardo Martín Clemens, quiere fomentar en Sevilla la devoción a este arcángel, protector de la Iglesia Católica y defensor contra el mal y las injusticias. Para ello, se ha programado esta misa, en la cual se leerá al final de la misma la oración del Papa León XIII que tradicionalmente se exponía en todas las iglesias. Tradición que ha ido desapareciendo.
Después de la acción de gracias, Rosa Maria Rodriguez Carcela, en su condición de autora del libro “Arcángeles de Sevilla”, hará una pequeña intervención hablando de la importancia de dicha advocación.
¿Por qué se celebra en la Iglesia de Santa Cruz? Porque alberga la talla de San Miguel que cuenta con mayor devoción en Sevilla. Además de ser la mejor talla barroca de San Miguel Arcángel existente en la ciudad. Vienen a venerar esta imagen devotos de fuera de Sevilla, especialmente de Cádiz y fuera de Andalucía. Data del siglo XVIII y es de autor anónimo, pero de una gran calidad. Los entendidos dicen que es autoría de maestro y no de taller y se barajan varios nombres de artistas como posibles autores de la magnífica talla: Benito de Hita y Castillo, círculo de La Roldana o de su sobrino Duque Cornejo e incluso de la escuela de Ruiz Gijón. Te adjunto datos de la talla y de la devoción al arcángel.
Rosa Maria Rodriguez Carcela, en su citado libro, nos dice: “En una época, la iglesia católica celebraba días festivos individuales para San Miguel (29 de septiembre), San Gabriel (24 de marzo) y San Rafael (24 de octubre). Actualmente el 29 de septiembre es el día de los Santos Arcángeles, celebrándose a los tres arcángeles canónicos.
San Miguel Arcángel es el protector y patrono de la Iglesia. Su nombre significa Quién como Dios (Quit Sicut Deus), siendo Q.S.D. su sigla identificativa. Es considerado el primero de los arcángeles, príncipe de los ángeles y de los ejércitos celestiales. Su condición beligerante, de guerrero contra las fuerzas del mal, se debe a que es el vencedor del diablo y brazo ejecutor de la justicia divina.
A finales del siglo V, tras su aparición en el Monte Gargano, le erigieron un santuario y se difundió su culto por todo el Occidente cristiano. También hubo más apariciones importantes en Roma, Francia y España (monte Aralar, en el Pirineo navarro), en los siglos VII y VIII. Hay todo un ciclo legendario en torno a San Miguel que se muestra en pintura en numerosas tablas medievales. A partir del siglo XVII se impulsó su culto por influencia de la Contrarreforma, simbolizando el triunfo de la Iglesia contra la herejía protestante.
Diversos pasajes bíblicos lo nombran. En el Antiguo Testamento es citado en el Libro de Daniel como "uno de los príncipes supremos" (Daniel 10, 13). Es también el ángel protector de Israel (Daniel 12,1), combatiente de los espíritus infernales (Apocalipsis 12,7) y defensor del cuerpo de Moisés (Carta de San Judas 9).
“Por aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que se ocupa de los hijos de tu pueblo; serán tiempos difíciles como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo: todos los que se encuentran inscritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán: unos para vida eterna, otros para vergüenza e ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad (Daniel 12, 1-3).”
En el Nuevo Testamento aparece mencionado en el Apocalipsis, en el combate que mantuvieron San Miguel y sus ángeles en el cielo contra las fuerzas del mal: “Y hubo un combate en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón, y el dragón combatió, él y sus ángeles. Y no prevaleció y no quedó lugar para ello en el cielo. Y fue precipitado el gran dragón, la serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el que engaña al mundo entero; fue precipitado a la tierra y sus ángeles fueron precipitados con él. Y oí una gran voz en el cielo que decía: "Ahora se ha establecido la salvación y el poder y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo; porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche" (Apocalipsis 12, 7-10).”
Esta reseña bíblica es la que ha servido de fuente de inspiración a los artistas para representar a San Miguel como guerrero celestial en su lucha contra el dragón, que simboliza a los ángeles caídos, especialmente Lucifer. Es la imagen más popular del arcángel.
La tradición cristiana lo honra como príncipe y caudillo de los ejércitos celestiales, custodio y defensor de las almas, guarda de la Iglesia y vencedor de los rebeldes espíritus infernales. Durante el Románico se le dedicaron numerosos santuarios y ermitas colocadas en sitios elevados.
El Papa León XIII, después de una visión que tuvo en 1888 donde percibió la actividad de los espíritus malignos en contra de la Iglesia, compuso una oración dedicada a San Miguel Arcángel y decretó que fuera recitada al final de la misa para ayudar a protegerla. Tradición que continuó en el siglo XX, aunque era opcional en la década de 1960. Actualmente su rezo se ha suprimido en la mayoría de las celebraciones litúrgicas”.