El duende conileño más reivindicativo llega con unos gnomos que avisan con su altura y de la que no se amilanan ante esto, con letras combativas. Estos “pequeños” republicanos reconocen las miserias de los parados ante el Rey.
El ambiente decae por la tardanza de su puesta en escena y su comienzo por una actuación que lidera con un tipo que sobremanera destaca sobre el resto.
La primera comparsa de las tres de la función, intenta sin suerte ganarse su revolución a base de coplas. Comienza y termina con la única baza de la ilusión. Se acaba la lucha.