El Juzgado de Instrucción 4 de Granada, el pasado sábado en funciones de guardia, ha dejado en libertad con cargos a los dos detenidos en Pulianas (Granada) por supuestamente explotar sexualmente a una menor de nacionalidad nigeriana obligándola a prostituirse, los cuales están siendo investigados por un delito de trata de seres humanos.
Aunque la menor ha ingresado en un centro de protección de la Junta de Andalucía tras ser liberada por la Policía Nacional, el Juzgado ha impuesto a los detenidos, un hombre y una mujer de 30 y 39 años, una orden de alejamiento que les prohíbe acercarse o ponerse en contacto con ella, según han informado a Europa Press fuentes judiciales.
La instrucción de la causa seguirá ahora su curso, estando previsto que este jueves se tome declaración a la menor, en el marco de lo que se considera una prueba preconstituida que pueda ser usada posteriormente en una vista oral.
La consejera de Igualdad y Políticas Sociales, María José Sánchez Rubio, ha confirmado este miércoles que la administración autonómica ha acogido en uno de sus centros de protección a la joven y en estos momentos se está valorando su situación con vistas, en función del análisis, a adoptar las medidas de protección que procedan.
Los arrestados controlaban y explotaban sexualmente a la menor, que fue captada en su país de origen (Nigeria), bajo la falsa promesa de una oferta de trabajo digno y para así mejorar su nivel de vida, por lo que su familia contrajo una deuda de unos 25.000 euros que debía ser devuelta con el dinero obtenido con su explotación sexual.
La labor de la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras de Granada permitió detectar la presencia de mujeres de nacionalidad nigeriana ejerciendo la prostitución en un polígono industrial de Pulianas, entre las cuales estaba esta menor, que presentaba una conducta temerosa en todo momento y claros indicios de haber sido una víctima de trata de seres humanos con fines de explotación sexual.
La víctima fue sometida a un ritual de vudú y la convencieron del mismo modo de que, si incumplía el compromiso contraído, algo muy grave le podría pasar a ella o a su familia.
La víctima abandonó Nigeria en compañía de uno de sus captadores y atravesó todo África, utilizó una ruta que finalizaba en Libia, desde donde en barco hizo su entrada por Italia y ya por carretera y siempre en compañía de su tratante fue trasladada hasta Granada.
Aquí fue alojada en un piso donde residía la pareja que la había traído, lugar donde le explicaron el verdadero fin de su viaje, que no era otro que la prostitución. Para doblegar su voluntad y conseguir que ejerciera la prostitución, "la sometieron a todo tipo de vejaciones y maltratos físicos, incluyendo palizas propinadas con el palo de una fregona".