Antonio Bendala, de 37 años y nacido en San Juan del Puerto, decidió hace un tiempo dar un giro brusco a su vida. En 2011 pesaba 140 kilos y llevaba una vida poco saludable. Abusaba de los dulces y de la comida rápida y con el paso de los años y su matrimonio llegó al sedentarismo. Por su trabajo como periodista decidió hacer un reportaje para saber cómo se vivía el mundo del fútbol desde dentro y una vez acabado desembocó en el mundo del ‘runner’ para correr una maratón. De 140 kilos bajó a 100 y corrió en Barcelona en 2012. Todo un hito.
Pero cometió un error. Volvió a dejarse ir y volvió a casi la misma cifra. Más de 130 kilos y una sensación de culpabilidad enorme. Decidió cambiar. Contrató a Emilio Martín, doble campeón del mundo de duatlón, cómo entrenador y su vida cambió. Mide 188 centímetros y ahora pesa 85 kilos.
Corrió en Sevilla en 2016 y en Madrid y Valencia en 2017. Ésta última en 3:31:53.
“Me dicen hace seis u ocho años que iba a correr una maratón y no me lo creería; estaba muy gordo”, dice Bendala a Viva Huelva.
Su vida cambió cuando una mañana se levantó para llevar a su hija al colegio: “Cuando uno pesa 140 kilos sabe que lo único que no puede hacer en su vida es correr. Jugar al fútbol o al baloncesto se puede hacer aunque sea a un ritmo inferior pero correr no”.
Sabía que tenía que cambiar. “No se adelgaza con el mando de la tele encima de la barriga”, por lo que Bendala decidió hacer deporte y empezó a llevar una dieta saludable. Su chip cambió hasta tal punto que se dio cuenta de que “la gente hace deporte para comer y yo como para correr”. Entrena con Emilio Martín prácticamente a diario y se limita a hacer lo que el dos veces campeón del mundo le exige. “Utilicé la dieta Dukan sólo para ver si funcionaba y pesaba menos”, cuenta Bendala, quien asegura que “no hay dietas milagros, sólo existe la constancia”.
Además, Bendala regenta una hamburguesería en su pueblo natal, “lo que es más complicado porque hay mucha tentación. Es duro oler a patatas fritas y no comerlas”, asegura.
Por todo ello, la historia de superación de este onubense tiene un mérito incalculable. “Lo difícil de una maratón es llegar a la línea de salida. Antes de esos 42 kilómetros hay kilómetros y kilómetros de entrenamiento. Correr le ha dado sentido a mi intención de llevar una vida sana”, confiesa Bendala a este diario.
Y esto sólo es el principio porque la maratón le ha enganchado tanto que, tras completar los cuatro grandes maratones de España, ya piensa en correr por Europa y finiquitar su idilio maratoniano en Nueva York.
Sus próximos retos están marcados con color rojo en su calendario de 2018. Correrá en Milán el 8 de abril y en Lisboa el 15 de octubre. Su sentimiento madridista le ha llevado a querer correr la maratón de los diferentes puntos de Europa en los que el Real Madrid ha ganado cada una de sus doce Champions. “Es una motivación y es bastante especial para mí”, asegura.
Y en todos estos kilómetros hay un hueco especial para su familia. Bendala lleva años casado y tiene dos hijas. “Ellas me acompañan y son un apoyo fundamental para mí. Me emociono cuando termino una maratón por todo lo que hay detrás. Agradezco a mi familia, todo lo que tengo, su apoyo, recuerdo a la gente que ya no está, a los que me acompañan y a los que no creyeron nunca que iba a poder correr 42 kilómetros en tres horas y media”, indica.
“Después de ser padre, terminar una maratón es la sensación más agradable que he tenido nunca. Sólo puede entenderlo alguien que ha pasado por ahí”, concluye.
Su resiliencia le llevó a jugar su partido más duro: un desafío personal. Ahora, Bendala puede presumir de haber dado uno de los pasos más importantes de su vida y correr al horizonte sin complejos.