El pequeño comercio del centro está inmerso en la búsqueda de fórmulas para reinventarse y atraer a clientes, organizando mercadillos, regalando horas de aparcamientos y, en definitiva, reivindicando la singularidad del gremio más tradicional tras la marcha seguida de grandes firmas comerciales. Pero, ¿cómo viven esta etapa los residentes del centro histórico? “Con mucha lástima”, señala una de las propietarias y vecinas del centro de mayor edad. Ella ha vivido la edad dorada y el declive de este entorno y tiene claro que la crisis de hace una década lo ha sentenciado. Basta con echar cuenta: las familias que antaño hacían vida en puntos de gran ebullición en el pasado, como en la Plaza de la Yerba o Plateros se cuentan ahora con los dedos de una mano.
Dos personas residen en la actualidad en la Plaza de la Yerba. A pocos metros, en los edificios de pisos de la calle Consistorio, lo hacen otras cuatro familias, mientras que en la plaza de La Asunción tiene su vivienda otra familia más. El número de habitantes no mejora en calle Larga, una de las principales arterias del centro, exceptuando el bloque de pisos a la espalda del centro comercial de Los Cisnes. “Como mucho habrá varias familias”, añade. Testigo directo de la marcha de los jerezanos del centro histórico, reconoce que no lleva bien que el “hervidero de gente” que formaban parte del paisaje habitual de calle Algarve, por ejemplo, haya dado paso en la actualidad a tantos locales comerciales y pisos vacíos, como también ha ocurrido en el edificio de Los Arcos de la Plaza del Arenal, un punto donde también a día de hoy apenas quedan vecinos, salvo algún caso puntual de rehabilitación de alguna casa antigua adaptada para varias vivienda. Poco o nada tiene que ver con varias décadas atrás la imagen de calle Francos, donde apenas hay vecinos y Plaza Plateros, hoy punto de encuentro por varios negocios hosteleros y pero también sin residentes.
Para esta vecina, el mejor indicador que resume cómo está el centro de Jerez se da en la Plaza de Abastos, donde antes “te encontrabas a todo Jerez”. A diferencia de lo que ocurre ahora, años atrás en la Plaza de la Yerba, uno de los “pulmones” del centro entonces, “no se cabía”, mientras que ahora esta singular plaza, donde aún aguantan Casa Quevedo y Papelería Consistorio, ha quedado reservada más a un lugar de tránsito y de encuentro con la antigua Cruz Blanca.
Sin embargo, no ha sido hasta estos últimos años cuando tras la marcha de grandes firmas comerciales ha estallado la voz de alarma de una situación que viene de lejos y que ahora está en boca de todos. Cuando hace cinco años la asociación de vecinos del Centro Histórico se reactivó, una de sus principales reivindicaciones apuntaba a un plan global para repoblar el centro compuesto por una serie de medidas que, a juicio del presidente del colectivo vecinal, Alejandro González, nada tiene que ver con el discurso político de “entrega al turismo” que entiende que mantiene el Gobierno local socialista. “Todo se está haciendo mirando al turismo y están condenando a la población para que no vuelvan al centro”, señala, avisando del efecto devastador que puede tener concentrar todos los esfuerzos en el sector de los apartamentos turísticos, lo que a medio plazo acabará traduciéndose en un incremento de los alquileres de los inmuebles del centro. Se trata precisamente de lo contrario a lo que postulaba su asociación en su plan de repoblación que entregaron al delegado de Urbanismo y Patrimonio, Francisco Camas al comienzo de la legislatura y de la que sólo ha cumplido la reapertura de la calle San Blas.
Un centro vivo a diario
¿Cuáles son el resto de propuestas de su hoja de ruta para repoblar el centro y apostar por un comercio de proximidad que dé vida a diario a este entorno?
En el documento, hablan de diversas medidas: la peatonalización del centro histórico sujeta a un plan de aplicación y la creación de un registro municipal de solares para su venta a través del establecimiento de una oficina física que los comercialice. Otra de las propuestas es la oferta de un paquete de ayudas para los nuevos pobladores del centro histórico (exención de tasas como el IBI los primeros años, etc,) o la modificación del PGOU para permitir la apertura de garajes en la zona del centro, así como el lanzamiento de publicidad internacional para atraer a nuevos pobladores motivados por el encanto de la zona como lugar de residencia, apostando siempre por un equilibrio con los turistas. A ello suman una ofensiva contra los edificios y las casas abandonadas para acabar con la degradación del entorno, la creación de zonas verdes y parques infantiles y de mayores y la modificación del PGOU para declarar el centro histórico zona libre de sala de fiestas y discotecas, dejando claro que no existe animadversión con el sector hostelero, pero sí la necesidad de que lleven a cabo su actividad “dentro de unos horarios”.
Un pellizco de los Edusi para este entorno
El Presupuesto para 2018 contempla una partida de 300.000 euros con cargo a los fondos Edusi para actuar en el Tabanco del Duque (200.000 euros) y en el antiguo Cine Astoria (100.000 euros). Se trata de una propuesta de Ganemos a instancias de la asociación de vecinos del Centro Histórico. De cara a la repoblación del centro, el documento de los gastos e ingresos previstos para 2018 contempla otra inversión de un millón euros con cargo a dichos fondos para adaptar a bloque de viviendas (de 20 a 24) el antiguo edificio del centro de acogida de San José de la calle Nueva. El Gobierno local propuso inicialmente destinar este millón de euros para habilitar siete viviendas en la Plaza Belén, que finalmente fue descartado.