Fue en el año 2013 cuando Mario, un sobrino del jerezano Juan Lara Mármol le entregó una caja de zapatos. “Tito, a ver si me puedes hacer una casita con esto”. Sin saber muy bien por dónde empezar, pues nunca había trabajado con cartón antes, Juan se aventuró a medir, cortar y pegar, pero sobre todo tratar con mucho mimo el material.
Cinco años después y de manera completamente autodidacta, este jerezano se ha convertido en un artesano del cartón reciclado, aprendiendo a utilizarlo para confeccionar elaboradas maquetas en miniatura a las que no les falta ni un solo detalle.
Durante una entrevista en Ondaluz Jerez, Juan mostró uno de sus trabajos: una típica casa de vecinos andaluza que por dentro bien podría parecer una casa de muñecas. La maqueta cuenta con dos plantas, una escalera, un pozo que originalmente fue un tapón de una bombona de butano, llamador, timbre, buzón de cartas, corral y luces.
Todo ello elaborado con cartón reciclado y en una maqueta desmontable de aproximadamente 60 centímetros de largo y 30 de ancho y alto. “En ocasiones comienzo a trabajar con el cartón sin tener una idea de lo que voy a hacer y otras veces lo tengo muy claro”, asegura este artesano en cuya lista de trabajos también figuran, puentes, molinos espadas e incluso una plaza de toros.
Pero su trabajo estrella es un pequeño pozo de unos doce centímetros, con un simple mecanismo de polea y en el que asegura, trabaja de cuatro a cinco días.
Es precisamente este pozo el que se ha encargado de enviar a distintos programas de televisión y personalidades, entre ellas al mismísimo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
Sus maquetas han llegado incluso hasta la Zarzuela donde los reyes, Don Felipe y Doña Letizia, recibieron tres pequeños pozos coloreados por parte del jerezano y que posteriormente la propia Casa del Rey se encargó de agradecerle mediante una carta.
Es en el salón de su casa donde dedica cada día muchas horas al reciclaje de cartón para convertirlas en maquetas en miniaturas. Las manos de Juan desprenden delicadeza y constancia y eso se refleja en el modo en el que trata sus trabajos, de los que disfruta hablando y que se han convertido, más allá de un hobby, en una verdadera pasión que despierta curiosidad entre muchos.
“La gente me dice que qué manos tengo. Muchas veces me piden que les ponga un precio a mis maquetas, que me las compran. Pero mi intención no es venderlas. De hecho, todos los trabajos que tengo los almaceno en casa y ya casi ni me caben”; confiesa Juan, que no descarta organizar en un futuro una exposición con todas sus obras.